Mariano Cariño Méndez
El nivel profundidad con que se comprenden los elementos y situaciones que nos rodean de manera cotidiana, día tras día, debiera partir siempre de la forma externa en la que percibimos hasta su nivel de organización interna, de tal manera que podamos comprender las causas que permiten su surgimiento y las tendencias de su desarrollo. La importancia de comprender adecuadamente la realidad estriba en que es la premisa que determina las acciones cotidianas que tomamos como individuos y que más adelante se traduce en el bienestar o malestar de la sociedad.
Comprender correctamente permite llevar una vida consciente de lo que se hace, porque y para que, de tal manera que se garanticen las condiciones de vida adecuadas para la sociedad. Puebla es la quinta ciudad más importante del país, según el XV Censo de Población y Vivienda 2020 hecho por el INEGI, con alrededor de 1 millón 691 mil 181 habitantes, cifra emitida por la misma dependencia, a pesar de ser una ciudad emblemática e icónica a nivel internacional, guarda diversas situaciones que no permiten elevar la calidad de vida de su población. Existen 201 mil 865 personas con rezago educativo; 344 mil 678 con rezago en salud; 910 mil 261 sin seguridad social; 138 mil 188 con carencias de servicios básicos y 423 mil con dificultades para adquirir la canasta básica alimentaria diaria.
Nos han dado una visión superficial de la ciudad, aquella en donde solo existen monumentos magníficos, avenidas sorprendentes o restaurantes de primer mundo, una visión parcial y en ningún momento se mencionan a las 17 juntas auxiliares que la componen. Veamos, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) ubica en mayor grado de pobreza a las siguientes: San Miguel Canoa, Santo Tomás Chautla, San Felipe Hueyotlipan, San Baltazar Tetela, Santa María Guadalupe Tecola, San Andrés Azumiatla, Ignacio Romero Vargas, La Resurrección, Santa María Xonacatepec, San Pablo Xochimehuacán y San Pedro Zacachimalpa. Suma y sigue, en promedio el 50% de la población de las juntas auxiliares en edad de trabajar se dedican al comercio informal; el 45% no cuenta con seguridad social; el coeficiente de Gini, que es una medida estadística de desigualdad social, es de 0.51; y además nos encontramos en los primeros lugares con tomas clandestinas en los ductos de Pemex, situación que ha generado incertidumbre y riesgo a más de 60 mil personas en los últimos eventos desafortunados, el primero en septiembre de 2018 en San Sebastián de Aparicio y el segundo ocurrido el 31 de octubre del presente año en San Pablo Xochimehuacan. Lo que aquí suscribo tiene su prueba última en los hechos, los invito a conocerlos.
¿Los poblanos tomamos en cuenta todo lo que pasa en la capital? ¿Nos formamos un criterio propio apegado a los hechos? ¿Nos comprometemos a entender la realidad y cambiarla? Al parecer muy poco. Las condiciones materiales de la capital son paupérrimas, no hay espacios deportivos adecuados, hay un inmenso déficit de calles pavimentadas, instalaciones educativas y los servicios básicos (agua, luz y drenaje) son escasos e insuficientes. No hay empleo suficiente y el salario que reciben apenas si les alcanza para poder comprar lo necesario para subsistir. Conforme avanzamos en el tiempo las condiciones de vida, en todos los aspectos, se vuelven cada vez más difíciles. ¿Por qué ha de ser cada vez más difícil y no más fácil? México es el decimoquinto país más poderoso económicamente, se produce una infinidad de mercancías de manera constante y según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) los mexicanos son los que más horas trabajan anualmente con 2246. ¿Qué pasa? Los individuos que conformamos esta sociedad seguimos “dejando hacer y dejando pasar” cualquier situación por perjudicial que pueda parecer y no intervenimos activamente para corregirla o detenerla.
Estamos proximos a terminar el año y se nos aproxima, en la capital poblana, un inicio de año agitado, en enero de 2022 se van a celebrar las elecciones para nombrar a los nuevos presidentes en las 17 juntas auxiliares y esto cobra importancia porque es el preludio para las elecciones en 2024, puesto que la capital aportan un gran numero de votantes. Todos van a echar la carne al asador para poder posicionarse desde ahora rumbo a las próximas elecciones, aunque pareciera lejano, no lo es. Presidentes municipales y auxiliares van y vienen, pero las condiciones materiales de la población siguen igual y hasta peor, ante esta próxima disyuntiva, ¿Qué hacer? Primero, reconocer a aquellas personas que busquen autenticamente el desarrollo de su colonia o pueblo, y que antenponga los intereses colectivos antes que sus intereses economicos inmediatos. Segundo, organizarse, promover y hacer partícipes a la sociedad inmediata a una labor activa por mejorar sus condiciones de vida, no es fácil, pero se tiene que hacer. Tercero, vigilar constantemente el desempeño de cualquier autoridad para que las diferentes labores se hagan en pos de beneficio colectivo.
Los poblanos no debemos ser víctimas de una parálisis o miedo que nos orille a la inacción, o que tengamos que ser víctimas eternas de un sometimiento de que se haga siempre lo mismo, aunque solo produzca miseria, hambre e inseguridad. Siempre será buen momento de que la sociedad de a pie tome en sus manos el control de su entorno, lo pueda comprender y lo cambie. Si queremos resultados distintos, no hagamos lo mismo una y otra vez esperando que vamos a obtener algo diferente, hagamos cosas distintas para obtener resultados distintos, todavía estamos a tiempo, construyamos un futuro distinto, que conste.