Por Jocabed Vázquez
Desde tiempos remotos, las noticias que se esparcen entre la sociedad han permitido que ésta cree un juicio sobre lo que acontece en su entorno, investigue y sea el tema de conversación en las comidas familiares, pláticas con amigos o, incluso, en momentos de reflexión solitaria. Con el paso del tiempo, la forma en que se distribuye la información ha evolucionado hasta transformarse en los medios de comunicación como hoy los conocemos, tales como la televisión, la radio y, más recientemente, las redes sociales.
Como en cada avance que la humanidad ha registrado, la herramienta de los medios de comunicación fue acaparada por la clase dominante en el poder. En el año de 1940, el mexicano Guillermo González Camarena creó la televisión a color usando solo su ingenio y algunas partes de una radio descompuesta, y el 31 de agosto de 1946, González Camarena realizó la primera transmisión a color en el mundo, lo que significó un importante salto a la televisión como hoy la conocemos, incrementando el interés de los televidentes al hacer más atractivo su principal medio de entretenimiento. Sin embargo, rápidamente se utilizó para la difusión de programas de entretenimiento por parte de la clase capitalista, quien, como en cada avance tecnológico, vio en este medio una gran mina de oro de la cual obtener ganancias, ¡y vaya ganancias que encontró más allá de lo monetario!
Luego de su popularización entre las personas, diferentes intelectuales y analistas contemporáneos comenzaron a poner sobre la mesa la peligrosidad de la televisión como una forma de adormecer a la sociedad o como Salvador Dalí la calificó: “el medio más eficaz para la cretinización de las masas… un basurero de lujo, una jaula para mediocres, un cuarto de trebejos…”, toda vez que, desde su llegada, la población no hizo más que ocupar su mente en lo concerniente a ello.
Con la llegada de la pandemia por Covid-19, el uso de la televisión y las redes se intensificó, al ser esta la manera más fácil de comunicarse ante las dificultades físicas que representaba la enfermedad, como las clases en línea, virtualizando gran parte de la vida de las personas y reduciéndola a una pantalla. Lo que en un inicio comenzó como algo bueno, pronto fue utilizado de una manera inadecuada, incrementando la cifra de las llamadas ‘fake news’,generando una creciente desinformación entre las personas que se conformaron con un video corto, una publicación o un simple rumor, para tomar como ciertas algunas declaraciones, rumores y datos erróneos.
En días recientes el adormecimiento de las masas se ha hecho aún más notoria. De alguna u otra forma, los capitalistas, en su intento por mantener al proletariado bajo su dominación, ha encontrado la forma perfecta de fusionar los programas televisivos con las redes sociales, para que las personas solo hablen de drama, chismes y el morbo que el contenido basura transmitido y retransmitido puede generar. A este punto, muchos de los lectores saben a lo que me refiero y para los afortunados que no saben de lo que estoy hablando, seré más específica: “La casa de los famosos”. Un programa que se ha popularizado en los últimos años, por ser un ‘reality show’ en donde se encierra a un grupo de celebridades seleccionadas para interactuar entre sí, vendiendo su dignidad, y apostando años de carrera con el objetivo de obtener unos pesos. Lo lamentable no es esto, sino la forma en que, contenido sin fondo, forma ni provecho alguno, logra atrapar a las masas, quienes centran toda su atención, energía y tiempo invirtiéndolo en hablar de su “gallo” favorito para ganar la competencia, generando incluso divisiones entre los que apoyan a uno y los que apoyan a otro, olvidándose por completo de los problemas reales, lo que significa que el siniestro plan de los poderosos está funcionando, al punto en el que este cuenta con 7.7 millones de espectadores en TV y 7.9 millones en redes.
Hace unas semanas, cuando se necesitaba dar visibilidad al caso de la Reforma Judicial, cuando era importante que el pueblo conociera lo que esto significaba, solo se habló de un tema en todos los medios: La salida de un participante controversial del reality show…y de la Reforma Judicial, ¿quién hablaba?
De acuerdo con un análisis cuantitativo realizado por la revista Forbes acerca de la conversación general en las redes X y TikTok sobre los temas “Adrián Marcelo abandona LCDLFM” y “Aprueban reforma judicial”, los lamentables datos revelaron lo siguiente: En X, el tema de “Adrián Marcelo” tuvo un total de 859K de Tweets, 877M de cuentas alcanzadas y 1.9B de impresiones, mientras que en TikTok, este tema generó +32M de reproducciones; en tanto que, en X la “Reforma Judicial” tuvo tan solo 289K de Tweets, 286M de cuentas alcanzadas y 1.7B de impresiones, mientras que en TikTok, generó +1.8M de reproducciones. Es decir, pese a que la reforma significa un cambio radical en el sistema judicial como lo conocemos hasta el momento e impacta directamente a los mexicanos, estos hablaron más acerca de un personaje controversial.
Tristemente, esto no es nuevo, es solo parte de la maquiavélica estrategia que las clases dominantes han utilizado durante años para mantener a los espectadores (en su mayoría, personas de la clase más pobre de la sociedad) como ovejas en su corral, al servicio y disposición de su carnicero, que aprovechará el más mínimo descuido para beneficiarse de ellas. Alguna vez, la actriz Bibiana Fernández defendió la televisión diciendo que “la caja no es tonta. Solo es tonto el que la ve”. ¿Esto es real?
Si bien es cierto que es responsabilidad del pueblo no dejarse caer en las garras del entretenimiento basura que los medios pudieran llegar a aportar, el trasfondo es aún más macabro: Para un obrero que se la vive en el trabajo y que la televisión y las redes sociales representan (según Manuel Michel, analista de la UNAM), “una ventana mágica hacia el mundo, un espejo de la vida y de la historia o simplemente una forma de pasar el tiempo entretenidos y olvidados de preocupaciones”. Es decir, no conforme con obtener ganancias a costa de la plusvalía que generan los obreros durante su jornada laboral, los capitalistas, titiriteros de los medios de comunicación, siguen recibiendo ingresos importantes con el incremento de espectadores detrás de una pantalla, y al mismo tiempo, duermen y compran su mente para evitar que éstos tomen conciencia sobre los problemas reales y la dominación a la que se encuentran sometidos, reduciendo la posibilidad de que éstos se den cuenta de la posibilidad de organizarse y liberarse de su yugo.
Es por eso que el Movimiento Antorchista en su labor por despertar al pueblo del sueño fantasioso al que la clase dominante los ha sumergido a través de los medios de comunicación, hace un llamado al estudio, a la preparación de la sociedad y el conocimiento de su entorno para visualizar las cadenas que lo mantienen atado y, de esta manera, poder romperlas. Concientizar a las masas es una tarea titánica y los dueños de los medios de producción harán todo lo posible (como lo hemos visto) por evitar que el poder se les escape de las manos, por lo que seguirán ideando artimañas para mantener quieto al pueblo, vendiéndole “un escape fantasioso” a sus preocupaciones (consecuencias, en su gran mayoría de la mala distribución de la riqueza y la explotación que viven) como lo es en este caso, el entretenimiento basura que se promueve. Debemos entender que la salida no es la evasión del problema, sino su ataque de raíz, y para esto el pueblo debe levantar la voz ante las irregularidades del estado para que, en el momento adecuado, sea capaz de tomar el poder político y liberarse. El pueblo que conoce su realidad es capaz de cambiarla, el objetivo es claro.