Hay dos acontecimientos que quiero tratar en el siguiente escrito, tal vez, para aquellos que se den el tiempo de leerme piensen que ni uno ni otro están cerca de relacionarse de algún modo, pero yo creo que mientras se trate de la clase trabajadora o de los oprimidos, siempre estamos involucrados aquellos que carecemos de la propiedad privada de los medios de producción.
En primer lugar, el martes 17 de octubre, en la capital poblana ocurrió un fenómeno que alarmó al Movimiento Antorchista Nacional y que nos mantuvo al pendiente sobre la situación. Esperando, de ser necesario, una movilización masiva. Resulta y resalta que a la Unidad Habitacional “Antorcha Obrera” llegaron armados hasta los dientes más de 70 elementos de la Guardia Nacional (GN), acompañados a su vez por trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para cortar el servicio de luz a 500 departamentos cuya población ronda en las 3 mil 500 personas. De manera organizada, los colonos de dicha Unidad Habitacional intentaron frenar las acciones injustas por parte de la GN y de la CFE, esto no les pareció y se abalanzaron con macanas y gas lacrimógeno en contra de las amas de casa, obreros, comerciantes, ancianos, jóvenes y niños que ahí se encontraban; hiriendo a varios y poniendo en riesgo la vida de muchos otros (así es como la Cuarta Transformación hace uso en favor de sus intereses un órgano que debería defender al pueblo y no amedrentarlo).
Tras la agresión, a eso de las 11:00 de la mañana, nuestros compañeros (las víctimas) decidieron marchar hasta las oficinas centrales de la CFE en la capital, donde llegaron a las 6:30 pm luego de un recorrido de 19 kilómetros de distancia en más de siete horas. Al llegar ahí, los esperábamos un grupo de antorchistas de las zonas más cercanas a la capital, que podíamos acudir de manera inmediata en solidaridad y auxilio de los nuestros. Y bien, gracias a la protesta de cientos de colonos, la CFE no tuvo más remedio que devolvernos la luz en la “Antorcha Obrera”. Aquí triunfamos, logramos que el estado revirtiera la brutal y deshumana acción de dejar sin luz a miles de familias y a su vez les dimos muestra de que, con el pueblo unido y organizado, no se juega. Me salto algunos detalles, pero en esencia, ganamos los más sencillos.
En segundo lugar, hablaré de un acontecimiento que le compete al mundo. Estamos en crisis, una crisis que es producto de la desigualdad social y de la polaridad existente entre los intereses de la clase rica y de la clase pobre (no hablamos sólo del sometimiento de un individuo sobre otro, sino de unas naciones sobre otras). Todos los seres humanos somos testigos de lo inauditos y horrorizantes ataques del gobierno de Israel en contra de Palestina. Se trata de una masacre despiadada que cobra la vida de un menor aproximadamente cada 15 minutos y de la muerte de 15 adultos por minuto. El conflicto ha sido enmascarado por muchos medios de comunicación y han tratado de explicar lo que ocurre en Oriente Medio señalando únicamente los acontecimientos del 7 de octubre, pero el problema viene arrastrándose desde los primeros momentos del siglo XX, para entender bien lo que ocurre hay que retroceder en la historia. El imperialismo ha ocultado por medio de las grandes cadenas televisivas el genocidio israelí en contra del pueblo autóctono palestino y de otros pueblos. Acusan a las víctimas de terroristas mientras que los genocidas son disfrazados de ovejas indefensas. Ahora bien, es atroz lo que está ocurriendo, pero no podemos dejar que salga ileso el autor intelectual de esta trama. Estados Unidos está implicado y su apellido manchado con la sangre de todos esas esas personas que han sido heridas o asesinadas con las armas que este país les ha entregado a los israelitas para llevar a cabo los bombardeos y otras estrategias militares. Israel se envalentona en contra de aquellos que no tienen la misma posibilidad de conseguir ese cargamento armamentista y lo hace con alevosía y ventaja porque el gobierno de los gringos así lo ha respaldado desde hace muchos años debido a los intereses económicos que tienen sobre este territorio. La tragedia continúa, no hay comida ni agua, los refugios establecidos por la ONU han sido constantemente atacados, más de 1.6 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Sólo existe un cruce para llevar apoyo a Gaza y es constantemente atacado por Israel. Urge que pare esto. Muchos países se han solidarizado haciendo marchas bajo la petición de que se libere Palestina, sin embargo, no ha surtido efecto.
Pues bien, estos dos sucesos son un ejemplo de lo que hay que hacer y, en el segundo, una tarea pendiente. Tenemos que unirnos a una sola voz, toda la clase trabajadora debe unirse para salvar a Palestina, así como los habitantes de la “Antorcha Obrera” con su unidad y lucha abnegada lograron que les devolvieran el servicio de luz. Así tenemos que hacerle, necesitamos unidad mundial de las clases oprimidas para que Estados Unidos y su cabrita (Israel) paren de inmediatamente su intento de exterminio de los palestinos. Pero la lucha no acaba ahí, todos los trabajadores debemos de pugnar por un mundo multipolar, donde ningún país tenga derecho de atacar o de intervenir sobre otro, que las relaciones mundiales sean amigables y que en ningún momento se vuelva a permitir un fenómeno igual como el que devasta hoy a Gaza. Debemos hundir cualquier intento del capitalismo de perpetuar la opresión y el despojo. Se puede, nos lo ha demostrado la práctica, ahí está el ejemplo de nuestra colonia antorchista. Urge un mundo distinto y es tarea del pueblo, ya vimos las atrocidades que son capaces de hacer los ricos por sus intereses. Estamos llamados a construir una sociedad universal más humana o de lo contrario cualquier país podría correr la peor de las suertes.