A primera hora del 11 de septiembre de 1973, las fuerzas golpistas comandadas por el militar y después dictador Augusto Pinochet llevaron a cabo la Operación Silencio, para callar a los medios afines al Gobierno de Salvador Allende. Sin embargo, antes de que lograran bombardear todas las antenas transmisoras, Allende pudo dirigirse al país por última vez.
Desde el aeropuerto Carriel Sur de Concepción, ciudad ubicada a 434 kilómetros al sur de Santiago, despegaron cuatro aviones caza Hawker Hunter con la misión de silenciar las emisoras de Santiago que rechazaban el golpe militar. Estas eran las radios que formaban parte de la cadena La Voz de la Patria y donde se encontraban: Corporación, Portales, Nacional, Luis Emilio Recabarren, Candelaria, UTE y Magallanes.
La Voz de la Patria estaba coordinada a través de la Oficina de Informaciones y Radiodifusión de la Presidencia de la República. Los trabajadores, en medio del embate de la desinformación y las tergiversaciones de los grandes medios oligárquicos, hicieron posible que el país conociera la verdad de lo que estaba sucediendo.
El último discurso del mandatario al país fue a través de Radio Magallanes, en medio del tiroteo en las cercanías del Palacio de La Moneda, sede del ejecutivo. El periodista Leonardo Cáceres informó al micrófono que Allende hablaría frente al país. Eran las 09:20 de la mañana del 11 de septiembre de 1973, día del golpe de Estado, y la emisora era la única que aún no había sido bombardeada.
El discurso de Allende inició así: “Esta será seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación”.
“Ante estos hechos, solo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente”, señaló Allende a través de Radio Magallanes.
“Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse”.
“Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”.
“Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”, terminó el discurso de Allende.
El mandatario había sido electo el 4 de septiembre de 1970, transformándose en el primer presidente de corte marxista que había llegado a la jefatura del Estado a través de elecciones democráticas. Sin embargo, tres años después, y tras un intenso boicot por parte de Estados Unidos y la oposición interna, el 11 de septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado.
Los aviones de la Fuerza Aérea bombardearon la antena de Radio Magallanes y a las 10:15 de la mañana, la última radio afín al Gobierno de la Unidad Popular dejó de transmitir.