Sin el trabajo del hombre la sociedad no existiría. El trabajo humano ha permitido transformar la naturaleza en bienes de uso y consumo, que son finalmente las herramientas y los productos que hoy en día satisfacen nuestras necesidades como especie. Antes, mucho antes, cuando la humanidad se encontraba en una etapa prematura (donde aún no distinguía la grandeza de su fuerza su poder creador y transformador) era la naturaleza la que dominaba el destino del hombre, tiempo después los seres humanos conocieron la naturaleza e hicieron uso de ella en su favor.
Y es que al bajar el hombre del árbol e iniciar los primeros grupos homínidos, este es tan animal como aquello que tenía que cazar para sobrevivir, en este punto el hombre aún se siente parte de la naturaleza, sin embargo, la misma necesidad de proveerse el alimento, o sea, de recolectar y cazar, es lo que lo llevó a erguirse para poder alcanzar aquello que debía llevarse a la boca, es pues, el mismo trabajo lo que hizo que el hombre se volviera hombre. Para no extinguirse como otras especies, el hombre necesariamente tuvo que trabajar y es gracias al trabajo que la mano del hombre fue evolucionando porque su actividad cotidiana así lo exigía, de otro modo no hubiera podido. Es justamente aquí, con la posición erguida y la evolución de las manos que también el hombre sufrió una transformación en su cerebro, lo que lo llevó a convertirse en un ser cognoscente; asimismo, fue gracias a esta transformación que el hombre pudo concebirse como algo distinto a la naturaleza, para este punto ya no se siente parte de, sino se siente alguien que debe conocer la naturaleza para aprovecharse de ella, o sea, para adueñarse de ella y hacer de ella parte de los instrumentos que necesita para desarrollar lo que hoy conocemos como civilización.
Esto es importante porque al principio hablábamos de lo trascendente que es el trabajo humano para convertir la materia en algo que le sea útil, porque la naturaleza por sí sola no le es útil a la raza humana, es eso únicamente naturaleza.
Cada país contiene una cantidad de riquezas naturales que dependen justamente de la localización geográfica de este, sin embargo, aunque esta naturaleza se encuentre encerrada en dichas limitaciones territoriales, sin el trabajo del hombre, no se podría arrancar a la naturaleza estas riquezas, por lo que los seres humanos que participan de manera directa en el proceso de producción son de suma importancia para que la existencia humana siga su curso. Esto, en el actual modelo capitalista se topa con una contradicción, la misma que todos aquellos modelos económicos que se basan en la explotación del hombre por el hombre. El hecho de que la clase trabajadora sea justamente la que usa su fuerza de trabajo para transformar dicha naturaleza sin ser la que se beneficie de esta transformación, esa desigualdad, esa repartición desigual de la riqueza es una de las contradicciones más grandes de este modelo económico, el hecho de que unos sean más ricos que otros no es una cuestión normal y mucho menos es una cuestión eterna.
Pero ¿qué hacer ante este problema de desigualdad social? ¿Hay posibilidad de repartir la riqueza de manera más justa? La respuesta reside justamente en los trabajadores que participan en el proceso de producción, como lo dijo alguna vez el Ing. Aquiles Córdova Morán acerca de los primeros homínidos: “El hombre se convierte en un ser cognoscente, opuesto por tanto a la realidad en la que vive, porque tiene que apropiarse de ella para realmente vivir de ella”, lo mismo pasa en la actualidad, el ser humano necesita desarrollar un conocimiento basto de su realidad para así adueñarse de esta y someterla a su favor. Es por esta razón que el Movimiento Antorchista Nacional insiste tanto en la necesidad de que la sociedad se eduque y se organice, de modo que el pueblo se despoje de su situación miserable, que rompa así como lo dice el Doc. Abel Pérez con “la realidad, dantesca, llena de violencia, miedo, ignorancia, enfermedad, humillación, pobreza” en la que vivimos bajo el régimen de producción capitalista”.
Ahora bien, el hombre puede cambiar su realidad, son los medios de producción las condiciones materiales de toda producción, sin ellos no se puede producir; el hombre necesita dominar las condiciones materiales de su momento histórico para poder usarlos en su favor y es esto justamente lo que busca el comunismo, o sea, que no sea un grupo reducido el que domine los medios de producción sino que estos sean de quienes los trabajan, al igual que sus beneficios. Pero cómo lograr esto, la respuesta puede sonar trillada para muchos, pero lo que necesita el pueblo trabajador adquiera unidad ideológica y de acción, de modo que cada movimiento la clase proletaria vaya encausado en cambiar las cosas, de lo contrario, se repite lo que ya Engels nos decía: “la clase oprimida -en nuestro caso el proletariado- no está madura para libertarse ella misma, su mayoría reconoce el orden social de hoy como el único posible”. Lo que hay que hacer es madurar como clase y darle para adelante en la lucha, la fuerza de trabajo ya la tenemos, ahora vayamos por los medios.