Por Alfonso Gómez Rossi
Segunda parte
La familia de Ignacio de la Torre era plutócrata de nuevo cuño: el padre, Isidoro de la Torre, acumuló diez fincas y era, además, miembro de la dirección del Banco de Londres y México (Moguel Pasquel 2016).
A la hora de su muerte, le heredó a su hijo Nacho el ingenio azucarero de Santiago Tenextepango, en el estado de Morelos.
Había una mancha en el historial del plutócrata gaditano que impactaría de manera negativa la historia de México, ya que el súbdito español, había estado involucrado en la escandalosa venta de los “bonos Jecker,” que servirían como uno de los pretextos de la invasión francesa de 1861 (Platt 1982) [1]
Ignacio de la Torre perdió a su padre en 1882, a los dieciséis años, y se casaría con la hija de Porfirio Díaz seis años después, cuando el muchacho tenía veintidós años. El cortejo había comenzado después de que se conocieran en un baile (Mrs. Amada Díaz de la Torre, 1905, pág. 7).
Aunque la relación con su esposa Amada sería en teoría la relación más importante para el historiador, los investigadores han estado más interesados en estudiar la relación pública de Nacho con su suegro Porfirio Díaz, y esta, fue tirante, en parte—y según los cotilleos de palacio–por el maltrato psicológico de de la Torre a Amada, aunque pueda haber más de fondo y no lo sabremos.
Los historiadores asumen que la relación entre el dictador y su yerno se rompió a partir de que Ignacio vio defraudadas sus aspiraciones políticas a ser gobernador del estado de México: Díaz prefirió seguir apoyando la trayectoria política del gobernador en turno y Nacho se alejó de la política (En Méjico muere un multimillonario 1918, 7).
Era comentado en los pasillos de Chapultepec que, en los viajes al extranjero, el dictador solicitaba que se espiara las andanzas de su yerno a través de la red de embajadas y consulados mexicanos que operaban en los distintos países que visitaba Ignacio.
Durante el porfiriato también participó en lo que en ese momento se consideraba importante, el asistencialismo: “fundó instituciones filantrópicas, creó escuelas en el Estado de Morelos, daba fiestas suntuosas y obtuvo con sementales de vacadas andaluzas un tipo de res brava y fina, muy propio para la lidia” (En Méjico muere un multimillonario 1918, 7)
A pesar de la tensión en la relación del suegro y el yerno, Nacho apoyó la causa de su suegro y la familia Díaz durante los primeros años de la Revolución, pero a partir de la decena trágica se dio el fin del poderío económico de Ignacio: sus haciendas y propiedades fueron confiscadas y fue encerrado en Lecumberri por haber apoyado a Victoriano Huerta.[2]
Emiliano Zapata, antiguo empleado de los de la Torre, estaba encumbrado en el centro del país, lo cual parecía favorecer los intereses de Ignacio de la Torre. Una nota de febrero de 1915 afirmó:
Una nueva revolución liderada por Ignacio de la Torre, yerno del antiguo presidente Porfirio Díaz, ha comenzado en el sur, de acuerdo a un reporte. Se afirma que de la Torre tomó Toluca, capital del estado de México, y ha anunciado a sus seguidores que posee $110, 000,000.00 de dólares para financiar su aventura (New Revolt Breaks Out in South Mexico, 1915, pág. 8).
En otra nota de junio de 1915 se le dio el título de general y se le mencionaba como representante de Emiliano Zapata:
Telegramas que llegan a San Antonio, Tex., con fecha dos del actual hacen saber que ha llegado aquella ciudad el Gral. Ignacio de la Torre y Mier en compañía de dos más, quienes vienen en representación del Gral. Zapata a notificar al Gral. Antonio I. Villareal, ex-presidente de la Soberana Convención de Aguascalientes, que por acuerdo de la convención verificada en México, fue nombrado Presidente Provisional de la República.
En caso de que Villareal se decida aceptar el cargo que se le da por los convencionistas de México, es seguro que luego pasará a territorio mexicano y se declarará como tal (Nuevo presidente de la Convención, 1915, pág. 1).
La realidad es que los zapatistas repudiaron a este individuo: “Don Ignacio de la Torre estuvo preso en poder de los zapatistas diez y ocho meses y milagrosamente escapó de ser fusilado (Crónica Mexicana, 1917, pág. 9).”
“El Fígaro” lo describe así:
Llega la Revolución. Asesinado Madero, se refugia Nacho de la Torre en Morelos. Gobernaba esa región Emiliano Zapata, que había sido su mozo de estribo (“caballerango”). A Emiliano Zapata se le conocía en México, y aun se le llama “el Atila del Sur.” El “Atila” pagó a su antiguo señor confiscándole bienes y haciendas. Hizo más: encarceló al caballero (En Méjico muere un multimillonario 1918, 7).
Su palacio en la Ciudad de México fue confiscado “y destinado a oficinas de la inspección general de policía de la ciudad de México” (Crónica Mexicana, 1917, pág. 9), mientras que sus haciendas también se vendieron por “la suma de cinco millones de dólares, de los que ha recibido una parte en la ciudad de Nueva York (Crónica Mexicana, 1917, pág. 9).
En 1916 los periódicos informaron que el empresario llegó a Nueva York:
Don Ignacio de la Torre y Mier, capitalista mexicano de quien se contaron extrañas aventuras llegó a Nueva York hace pocos días, a bordo de un vapor de la Ward Line. Disfrazado se embarcó en Veracruz, en un camarote de segunda clase, y así pudo burlar a la policía carrancista. Don Ignacio de la Torre fue arrojado de su residencia por el general, Lucio Blanco, a raíz de la entrada de Carranza a México. Después se le encarceló recobrando su libertad cuando los zapatistas se apoderaron de la metrópoli. Se dijo que el millonario aristócrata se había convertido en “general» de Emiliano Zapata, pero esto no es verdad, ni ere creíble que el ostentoso propietario se pusiera a las órdenes de un bandido que pocos años antes había sido su mozo en una de sus haciendas. Lo cierto es que de la Torre fue conducido a Morelos prisionero, y que logró escapar milagrosamente Ahora, como antes decíamos se encuentra en Nueva York (Ya apareció Ignacio de la Torre, 1916).
Falleció en Manhattan en 1918, después de una operación de hemorroides que fracasó. Un periódico de San Antonio informó cómo fueron las pompas fúnebres:
Esta mañana a las diez y cuarenta y cinco minutos se efectuaron los funerales del señor Ignacio de la Torre y Mier, teniendo la ceremonia lugar en la Iglesia Catedral de San Patricio, donde se efectuó una solemne misa de réquiem a la que asistieron la mayor parte de los mexicanos residentes en esta ciudad. Terminada la ceremonia religiosa la comitiva se dirigió al «Cedar Grove Cemetery«, donde fue colocado el cadáver del señor de la Torre mientras puede ser llevado a México, por su familia que se encuentra radicando aquí accidentalmente (Fueron muy solemnes de D. Ignacio de la Torre y Mier, 1918).
Como un aparte, a su mujer Amada le fue mal en el matrimonio y peor como viuda ya que quedó prácticamente pobre debido a que su marido había perdido todo en la revolución y para rematar, sólo dejó deudas.
Los bienes del finado Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz, el último dictador de México, ha sido anulado y los bienes le han sido retirados a la viuda y entregados a la beneficencia pública de la República para uso del gobierno mexicano. De acuerdo a los periódicos de la Ciudad de México, los bienes fueron propiedad alguna vez controlados por Porfirio Díaz (Diaz Property is Seized, 1920, pág. 2).
Referencias
El Fígaro. «En Méjico muere un multimillonario.» 24 de Agosto de 1918: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=0b0d7e92-049f-4bd8-8b8b-f282b2b9bfb4&page=7.
Moguel Pasquel, María Carolina. «Un empresario agrícola porfirista en Morelos. El caso de Luis García Pimentel.» Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, 2016: http://secuencia.mora.edu.mx/index.php/Secuencia/article/view/1451/1608.
Platt, D.C.M. «Finanzas Británicas en México.» Historia mexicana Colegio de México, 1982: 226-261.
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[1] Este es un tema poco explorado que también es interesante de analizar. En su texto D.C.M. Platt afirma que Jecker, Torre y Cía. Estaba valuada en $800,000.00 pesos, pero que “tenía acceso a través de Isidoro de la Torre a una fortuna de entre $2 000 000 y $3 000 000 pertenecientes a su pariente Gregorio Mier y Terán” (Platt 248). No sabemos como funcionaba la relación entre de la Torre y Mier y Terán, pero para darnos una idea de a cuánto ascendía esa suma, en 1853 a través del Tratado de la Mesilla, el gobierno de López de Santa Ana recibió $10 000 000 de pesos por la venta de partes actuales de los estados de Nuevo México y Arizona.
[2] Aunque no necesariamente de la familia que emparentó con varios miembros de la nobleza francesa. Entre sus parientes están los Polignac, ancestros de la Casa Principesca de Mónaco.