Por Leticia Montagner
Un estudio dado a conocer por la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América en español, que publica semanalmente la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, dio a conocer que se encontraron diferencias en el cerebro de hombres y mujeres, pero solo en los países con mayor desigualdad de género.
El análisis de 8 mil resonancias magnéticas en 29 países sugirió que el entorno social perjudicial modifica la estructura del cerebro.
El diario español El País, publicó que, en los países con mayor igualdad de género, no se observaron diferencias significativas entre los cerebros de unos y otras.
Sin embargo, donde había una mayor desigualdad, de acuerdo a mediciones del Índice de Desigualdad de Género y el Índice de Brecha de Género, vieron que el grosor del lado derecho de la corteza cerebral era menor en las mujeres.
Los autores reconocen la complejidad de los índices de desigualdad de género que a su vez interactúan con diferentes mecanismos biológicos, pero explicaron sus observaciones ya que la corteza cingulada anterior y la orbitofrontal, donde se encontraron diferencias de grosor, se han relacionado con respuestas a la desigualdad o resistencia a la adversidad.
Además, se han visto cambios en regiones en dolencias donde el estrés se considera un mecanismo central y se ha visto cómo adelgaza durante la depresión o se reduce por el estrés postraumático.
De acuerdo a Nicolás Crossley, Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile y coautor del estudio, este tipo de trabajos apuntan a un efecto observable de la desigualdad de género en el cerebro en las personas que se ven expuestas a una subordinación permanente e incluso a la violencia física.
Aunque el estudio no estableció una relación de causalidad y los resultados no son necesarios para defender que la desigualdad de género está mal, Crossley aseguró que puede dar peso a los argumentos a favor de políticas que reduzcan la desigualdad.
En todas las legislaciones, cuando hay un acto de violencia asociado a cambios visuales y significativos, la gravedad se considera mayor; con el trabajo, en cierta forma, demostramos que existe un daño real producto de la inequidad de género, argumentó.
Según Crossley, los resultados pueden influir en las ideas sobre el origen de las diferencias entre hombres y mujeres que se encuentran en las sociedades de todo el mundo, pues hay gente que defiende que las diferencias en los roles sociales son fruto de las diferencias biológicas y aquí demostramos que algunas de esas diferencias pueden cambiar por el ambiente social.
Otros estudios han mostrado que en los países donde la desigualdad de género es mayor, las mujeres tienen más riesgo de sufrir enfermedades mentales y suelen tener menos éxito en los estudios que los hombres.
El cerebro de una persona, como la cantidad de grasa acumulada en el estómago o la fuerza de los músculos, cambia con las circunstancias del entorno, aunque a veces, ocultas por el cráneo, esas transformaciones no parezcan tan evidentes.
En China, por ejemplo, se ha observado que la demencia es mayor entre las mujeres que entre los hombres, y se han identificado la falta de ejercicio o el analfabetismo como factores de riesgo para sufrir este tipo de enfermedad.