Durante el presente siglo, EE. UU. y la OTAN han protagonizado diferentes conflictos bélicos en varios países, dejando una cifra terrorífica de más de 350 mil 800 muertos de la población civil y 38 millones de desplazados; además de una enorme destrucción de los países agredidos, según información proporcionada por el Instituto Watson, centro de estudios sobre asuntos internacionales, dependiente de la Universidad Brown (EE. UU.)
La justificación de estas intervenciones militares del grupo atlantista, son siempre a nombre de la “libertad”; sin embargo, las víctimas mortales han sido aquellos a los que supuestamente iban a liberar, quedando impunes todos estos crímenes, negándose la alianza a investigar y aclarar estas masacres.
Las muertes de civiles como consecuencia de la guerra han ocurrido al ser asesinados en sus hogares, mercados, carreteras, centros de trabajo, campos de cultivo; o bien han en los puestos de control, o cuando pisan una mina, o a causa de artefactos explosivos, bombas, balas, fuego y drones. También cuando son secuestrados y ejecutados con fines de venganza o intimidación.
La intervención de EE. UU. y la OTAN en Afganistán en 2001 dejó un saldo de 46 mil 319 civiles asesinados, en Irak 185 mil personas muertas que no eran combatientes, en Siria 95 mil, en Pakistán la cifra llega 24 mil 099 fallecidos; en cuanto a Libia en marzo de 2011, fue atacada por EE. UU., Reino Unido y Francia, dejando “dejando decenas de civiles muertos” según informó Amnistía Internacional (AI). “La OTAN ni rinde cuentas ni repara daños en casos de operaciones como las realizadas en Libia. En este último país, nadie ha hecho ninguna investigación, mucho menos independiente, sobre cuánto sufrimiento han costado esas intervenciones”, afirma Alejandro Pozo, investigador del Centro Delás de Estudios por la Paz.
Otro resultado de las guerras es el número de desplazados, 38 millones; personas que pierden su trabajo, el suministro estable de alimentos y se exponen a ser vulnerables en su seguridad y salud.