Israel vive una grave crisis política que se ha extendido a las universidades, los sindicatos y el ejército.
Durante semanas, manifestantes han salido a las calles para protestar contra el plan del gobierno de modificar las normas judiciales. El descontento se agudizó luego de la destitución del ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien pidió el sábado que se detuvieran los cambios judiciales.
Las universidades cerraron en señal de protesta, y los líderes sindicales insinúan una huelga general que amenaza con paralizar al país. Las consecuencias también se extienden más allá de las fronteras de Israel, al causar malestar entre los inversores, los judíos estadounidenses influyentes y los aliados extranjeros de Israel, incluido Estados Unidos.
Las modificaciones que pretende realizar el gobierno de Netanyahu consisten en modificar la composición del Comité de nueve miembros que selecciona a los jueces de la corte. La propuesta daría a los representantes y personas nombradas por el gobierno una mayoría automática en el comité, lo que permitiría al gobierno elegir a los jueces. El gobierno también quiere frenar lo que denomina extralimitación de la Corte Suprema, al restringir drásticamente su capacidad para anular leyes que considere inconstitucionales.
Los críticos afirman que las modificaciones propuestas otorgarían un poder sin límites al gobierno de turno, eliminaría las protecciones concedidas a las personas y a las minorías y ahondaría las divisiones en una sociedad ya fracturada. También temen que Netanyahu, que está siendo juzgado por corrupción, pueda utilizar los cambios para librarse de sus problemas legales.
El conflicto ha evidenciado que Israel está dividido en dos grupos: los que quieren un Estado más laico y pluralista y los que tienen una visión más religiosa y nacionalista.
El mayor sindicato de Israel, que hasta ahora había intentado mantenerse al margen de la contienda, convocó el lunes a una huelga general.
Los directores de las principales universidades israelíes anunciaron colectivamente que cerrarían sus puertas indefinidamente a partir del lunes por la mañana para protestar contra el plan.
Pero tal vez la oposición más importante al proceso proceda de los reservistas militares, que desempeñan un papel importante en la capacidad militar de Israel. El gobierno israelí teme la renuncia masiva de los militares.
