La viceministra de Defensa británica, Annabel Goldie, anunció que el Reino Unido suministrará a Ucrania municiones con uranio empobrecido, lo que según expertos y reportes científicos constituye una amenaza para la población civil.
De acuerdo con un reporte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el uranio empobrecido es un subproducto del proceso de producir combustible para ciertos tipos de reactores y armas nucleares. El material tiene propiedades químicas y radiológicas que constituyen un riesgo para los civiles.
Según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, el uranio empobrecido se usa como contrapeso en rotores de helicópteros y en partes de aviones, como escudo de protección contra la radiación ionizante, además de ser un componente de municiones para que penetren más fácilmente vehículos militares con blindaje.
“El uranio empobrecido es una mezcla modificada de isótopos de uranio menos radioactiva. Todo el mundo está expuesto a cantidades pequeñas de uranio en los alimentos, el agua y el aire. La exposición a niveles altos de uranio natural o empobrecido puede dañar los riñones”, advierte la agencia federal estadounidense.
La Alemania nazi fue pionera en el uso de uranio empobrecido en proyectiles subcalibrados perforantes durante la Segunda Guerra Mundial.
El ejército estadounidense lo utilizó en 1991 en la “Tormenta del Desierto” del Golfo Pérsico, en la guerra de Bosnia, en el bombardeo de Yugoslavia (1999) y en la guerra de Irak (2003).
Las municiones de uranio empobrecido no están reconocidas como armas químicas por las organizaciones internacionales, y su uso no está regulado ni prohibido en modo alguno. Al tratarse de un tipo de arma bastante nuevo, no existe ningún instrumento de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que restrinja o prohíba su uso.
Estos proyectiles son capaces de penetrar un blindaje de un metro de grosor. No contienen explosivos y alcanzan con metralla a la tripulación y la munición que se encuentra en el interior del tanque.
Estos proyectiles no son radioactivos, pero son muy tóxicos. El polvo fino que se forma al chocar contra un obstáculo penetra en las vías respiratorias humanas y es muy nocivo. Por regla general, las partículas finas de esta aleación se dispersan por una gran superficie al impactar con el proyectil y el suelo se contamina.
Serbia, que ha sido bombardeada, es un ejemplo en el que ahora se demuestran los efectos de este tipo de municiones. Cientos de niños son diagnosticados allí con tumores malignos cada año, y de los 400 menores que se enferman cada año, unos 60 no pueden ser salvados. Nunca antes de los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se habían registrado tantos casos de cáncer en Serbia.
La situación es similar en Irak, donde se han encontrado en los desiertos restos de municiones radiactivas lanzadas por la aviación durante la guerra. Los niños iraquíes también han desarrollado enfermedades raras y desconocidas hasta ahora, ligadas específicamente con los bombardeos estadounidenses.
“Aunque se cree que el uranio empobrecido no deja exceso de radiación, los últimos estudios de los campos de batalla de 1991 en Irak demostraron que la radiación estaba presente: afectaba negativamente tanto a los civiles como al personal militar que se encontraba allí”, afirma el columnista militar Alexéi Ramm.