Philias |Silencio en Ohio

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Celina Aguiar Parra

El pasado tres de febrero, otro golpe brutal a la naturaleza tuvo lugar en Ohio, cuando un tren con sustancias peligrosas se descarriló y liberó gases venenosos; 14 de sus 150 vagones contenían 100 mil litros de cloruro de vinilo.

El pasado tres de febrero, otro golpe brutal a la naturaleza tuvo lugar en Ohio, Estados Unidos. Un tren, de la empresa Norfolk Southern, que transportaba sustancias peligrosas, se descarriló en East Palestine, Ohio. Esto provocó la liberación de gases venenosos; 14 de sus 150 vagones contenían 100 mil litros de cloruro de vinilo. Ante la amenaza que eso representaba, las autoridades decidieron quemarlo. Temiendo una explosión, las autoridades realizaron, el seis de febrero, una “liberación controlada” de los materiales tóxicos de cinco vagones cisternas, el contenido fue desviado a una zanja y quemado, lo que generó una columna de humo de 320 km.

El cloruro de vinilo (C2H3Cl) es un gas altamente tóxico y cancerígeno perteneciente al grupo de los hidrocarburos clorados. En su libro La primavera silenciosa, Rachel Carson se refirió a este grupo de sustancias como “elíxires de muerte”. Carson hizo una denuncia y crítica de la grave contaminación causada por los hidrocarburos clorados, cuyo verdadero alcance continúa siendo imposible de predecir. Al grupo mencionado pertenece también el peligroso cloruro de vinilo que, a decir del Instituto Nacional del Cáncer, puede ser causante de cáncer de hígado, cerebro y pulmón, linfoma y leucemia. Quemar cloruro de vinilo puede dar origen a uno de los agentes de la muerte a los que se refiere Carson: el fosgeno, una sustancia que fue utilizada como un arma química mortal en la primera guerra mundial.

Además de C2H3Cl, el descarrilamiento del tren liberó también al ambiente otras sustancias igualmente tóxicas: acrilato de butilo, acrilato de 2-etilhexilo y éter monobutílico de etilenglicol. ¿Cuál ha sido el saldo de muertes provocadas por este desastre ambiental?, ¿cuántos animales han muerto intoxicados?, ¿cuáles son los efectos a corto y largo plazo en la salud de los habitantes del lugar?, ¿cuál es el estado del suelo y de las aguas subterráneas?, son incógnitas que no se han resuelto. Recientemente, el Departamento de Recursos Naturales de Ohio actualizó la cifra de animales muertos a 45 mil en un rango de ocho kilómetros alrededor del incendio. No obstante, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) declaró que no había detectado contaminantes a “niveles preocupantes” en East Palestine y sus alrededores. La Filial de Virginia Occidental, American Water, que presta servicios de abastecimiento de agua en 24 estados, declaró el 12 de febrero que no había detectado ningún cambio en el agua del río Ohio.

Sin embargo, los residentes han mostrado, en las redes sociales, evidencias de la contaminación extrema de sus cuerpos de agua; sus canales saturados de aceites, olores tóxicos; la muerte de pollos, zorros, perros y peces. Algunos pobladores han presentado vómitos, dolores de cabeza y malestar. Además, los periodistas denunciaron dificultades para acceder al sitio y los abogados de los habitantes de East Palestine advirtieron sobre planes de Norfolk Southern para ocultar evidencias, pues la compañía tenía previsto trasladar los 11 vagones antes del 1º de marzo, dejándolos disponibles para inspección solo durante dos días.

Norfolk Southern es un poderoso gigante ferroviario estadounidense que ha influido fuertemente en la política y las leyes de ese país. El portal web The Lever informó que esta compañía es parte del grupo de cabildeo que presionó con éxito al expresidente Donald Trump para que derogara una regla de 2015 que exige sistemas de frenos electrónicos más nuevos y seguros en los trenes que transportan materiales peligrosos.

La catástrofe ecológica de East Palestine, Ohio, así como muchas otras que han acontecido, pudo haberse evitado si el gobierno estadounidense endureciera las leyes ambientales y si respondiera al bienestar de sus pobladores y de sus ecosistemas en lugar de responder a los intereses de las grandes compañías. El gobierno estadounidense debe instrumentar, a la brevedad, medidas de remediación y mitigación, tiene los medios y tiene disponible el conocimiento científico; debe obligar a Norfolk Southern a pagar a los habitantes de East Palestine los daños, y debe también hablar con claridad a la población. Esto no sucederá automáticamente, porque el gobierno estadounidense vela por los intereses de las grandes empresas; pero la organización y la presión constante de la población de Ohio podrá, seguramente, hacerlo cumplir en alguna medida sus obligaciones.

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