Meidante la confirmación de una fuente de alto nivel del establishment estadounidense, los altos mandos de OTAN recibieron de Anthony Blinken Secretario de Estado de EE. UU. instrucciones acerca de la marcha del conflicto en Ucrania, de transmitir una especie de mensaje al Kremlin, a través de los principales medios, como el New York Times que está muy cerca del Departamento de Estado y el Washington Post que está cerca de la CIA, por lo que, para cuidar las formas el comunicado fue transmitido en forma de artículo de opinión.
La novedad es que, por primera vez desde el comienzo de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, los estadounidenses están proponiendo una variación de su clásico “una oferta que no se puede rechazar”, un ofrecimiento que en este caso incluye algunas concesiones que pretenden satisfacer las exigencias de seguridad de Rusia.
La oferta de EEUU pasa por alto por completo a Kiev, confirmando así, que se trata de una guerra contra Rusia dirigida por el gobierno norteamericano y la OTAN, con los ucranianos como meros intermediarios desechables.
El corresponsal del Washington Post en Moscú, John Helmer, publicó el texto completo de la oferta de Blinken, y por supuesto pregonando nociones fantasiosas como “las armas estadounidenses ayudaran a pulverizar la fuerza de invasión de Putin” y una explicación digna de vergüenza: “en otras palabras, Rusia no debería estar lista para descansar, reagruparse y atacar”.
El mensaje de Washington puede, a primera vista, dar la impresión que EEUU admitiría como un hecho consumado el control ruso sobre Crimea, Donbass, Zaporozhie y Jerson, “el puente terrestre que conecta Crimea y Rusia”.
Ucrania tendría un estado desmilitarizado, y el despliegue de misiles HIMARS y de los tanques Leopard y Abrams se limitarían al oeste de Ucrania, como un elemento “disuasivo contra nuevos ataques rusos”.
Lo que se ha ofrecido, en términos bastante confusos, es de hecho una partición de Ucrania, incluida una zona desmilitarizada, a cambio de que el Estado Mayor ruso cancele su aún desconocida ofensiva de 2023, que podría ser tan devastadora como para cortar el acceso de Kiev al Mar Negro o cortar el suministro de armas de la OTAN a través de la frontera polaca.
Al darse cuenta que la guerra de la OTAN con Rusia probablemente terminará siendo desfavorable para EEUU está tanteando una oferta de salida del conflicto.
No obstante, el poder de EE. UU. se está desvaneciendo con rapidez: en el aspecto militar, a través de un paulatina humillación de la OTAN en Ucrania; financieramente, la mayor parte del Sur Global se muestra dispuesto a no tener nada que ver con la moneda de un gigante en bancarrota; políticamente, la mayoría global está dando pasos decisivos para dejar de obedecer a una minoría rapaz y desacreditada.
La oferta de EEUU se define a sí misma como el camino hacia una “paz justa y duradera que defienda la integridad territorial de Ucrania”.
También se desentierra la posibilidad de un acuerdo directo entre Washington y Moscú sobre “un eventual equilibrio militar de posguerra”, incluida la no membresía de Ucrania en la OTAN. En cuanto a la propia Ucrania, los estadounidenses parecen creer que será una “economía fuerte y no corrupta con membresía en la Unión Europea”.
Todo lo que queda de valor en Ucrania ya ha sido tragado no solo por su oligarquía corrupta, sino, sobre todo, por inversores y especuladores del tipo BlackRock. De hecho detrás de la propuesta están los buitres corporativos que no pueden darse el lujo de perder los puertos de exportación de granos de Ucrania, así como el acuerdo comercial refrendado con la Unión Europea antes de la guerra. La ofensiva rusa pueda capturar Odessa, el principal puerto marítimo y centro de transporte del Mar Negro, escenario que dejaría a Ucrania sin salida al mar.
No hay evidencia alguna que el presidente, Vladimir Putin, y el Consejo de Seguridad de Rusia, incluido su secretario Nikolai Patrushev y el vicepresidente Dimitri Medvedev, tengan motivos para creer algo que venga del establishment estadounidense, especialmente cuando se conoce a través de meros emisarios como Blinken y el Washington Post, después de que las fuerzas armadas rusas (la Stavka) consideran que los estadounidenses son “no son capaces de cumplir con un acuerdo”, a pesar que la oferta este por escrito.
Por tanto, los rusos continuarán con la desmilitarización, desnazificación y deselectrificación, y se “detendrán” en cualquier momento y en cualquier lugar que consideren oportuno al este del Dnieper.