Des… Atino| El pantalón vaquero cumple 150 años de vida

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Por Leticia Montagner

El pantalón vaquero o jean es un símbolo de igualdad pero también de capitalismo global a la vez que espejo de individualidad. El Levi’s 501 celebra un siglo y medio de existencia sin haber perdido su atractivo y éxito.

La historia comienza así: Homer Campbell era minero, seis días a la semana picó piedra en Wickenburg, Arizona. Durante tres años, sus Levi’s 501 aguantaron, remendados, parchados, atados con una cuerda cuando no había botones a mano, hasta que decidió que no daban más de sí. 

Lamentó que se deshacían en una carta remitida en 1920 junto a los pantalones a la sede de Levi Strauss & Co. en San Francisco, California, Estados Unidos y pretendía que le enviaran otro par nuevo, según garantizaba un eslogan publicitario de la compañía en esa época. 

Homer se salió con la suya, pero Levi’s también, bastó un vistazo para comprobar que aquellos polvorientos jeans no se deshacían en las manos, incluso estaban en relativo buen estado, lo que no resistía eran los paños y piezas extra añadidos por su propietario. 

La marca conservó la prenda que paseó por ferias de muestras, figuró con honores en la inauguración de la Disneylandia californiana, destacado entre las atracciones del salvaje oeste en 1955, para dar fe de la extraordinaria fortaleza de su producto. Eso era durabilidad.

Aquellos 501 ocupan una de las vitrinas de la sala del archivo Levi’s que encapsula la historia en San Francisco, como prueba de resistencia ante el paso del tiempo y como testimonio de su tiempo. Homer, los llamaron en recuerdo del minero remendón y protestón. 

Las prendas van a envejecer con el usuario, refirió Tracey Panek, actual responsable de preservar y expandir un legado que va más allá de la propia etiqueta. El relato de Levi’s es que las generaciones de usuarios la sientan suya. 

De acuerdo al diario español El País, el pantalón vaquero, el gran azul, tiene 150 años. Al principio, la cosa eran remaches, unos refuerzos de cobre en ciertos puntos estratégicos como las esquinas de los bolsillos y el extremo inferior de la bragueta, para evitar desgarrones en la tela de algodón habitual en la confección de ropa de trabajo, especialmente los overoles que los mineros vestían encima para no estropear su vestimenta.

Fue un golpe genial de Jacob Davis, un sastre de Reno, en Nevada, Estados Unidos, a quien se le ocurrió utilizar los remaches de las correas de sujeción de las mantas para reforzar los pantalones que una clienta le había encargado para su marido, un rudo leñador. Fue un éxito instantáneo, tanto que pronto no dio abasto. 

“Se han hecho tan populares que no puedo satisfacer la demanda con la rapidez necesaria. Mis competidores están celosos y a menos que los asegure con una patente, todos los van a copiar”, escribió en julio de 1872 a Levi Strauss, su proveedor textil en San Francisco. 

Y le ofrecía la mitad del crédito en la invención si aceptaba secundar y firmar el registro. Para convencerlo, le envió dos muestras: unos realizados en la típica loneta blanca y otros en la consistente sarga de algodón teñida de azul índigo al estilo francés, de ahí su nombre, denim, contracción de “de Nimes”. 

En mayo de 1873, el invento quedó oficialmente patentado y Levi Strauss & Co. se convirtió en su único productor. Referido en sus inicios con una doble equis, tardó en conocerse como 501, que fue la numeración del lote del modelo. Así ha pasado a la historia el blue jean por antonomasia, la prenda que ha uniformado al mundo. 

Incluso, en la muestra del Museo de Arte Moderno (Museum of Modern Art, en inglés), llamada Is Fashion Modern? una muestra del recinto en Nueva York en 2017, recogió los 111 diseños de mayor impacto en la historia, donde el pantalón el vaquero estuvo a la cabeza. 

La empresa tuvo como artífices un par de inmigrantes judíos, Davis, oriundo de Letonia y Strauss, alemán de Baviera, quienes cumplieron la narrativa estadounidense, el mito del sueño americano donde cualquiera puede reinventarse y salir adelante en ese país. 

Incluso en California, según los encargados actuales de la empresa, se enseña en las escuelas de primaria de California que, en la fiebre del oro tras la Guerra Civil, en ciudades fantasma, minas y cuevas es donde se encuentran los 501 originales que llevaban los mineros. 

Gente entusiasta de la marca, fans que envían sus prendas cargadas de historias personales a la empresa, ayudan a escribir la historia de los jeans. Por ejemplo, existen los pantalones de Calico, unos 501 de 1890, los más viejos en poder de la casa, descubiertos en los años cuarenta en una mina abandonada en California.

Y siguen uniformando al mundo…

leticia_montagner@hotmail.com

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Leticia Montagner
Leticia Montagner
Periodista. Catedrática de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la BUAP. Pionera en Puebla de noticiarios y programas de radio con perspectiva de género desde 1997.
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