La tasa de natalidad de China está descendiendo, según los datos publicados el 18 de enero por la Oficina Nacional de Estadística, en 2021 hubo 10,6 millones de nacimientos, 1,4 millones menos que el año anterior. Durante cinco años consecutivos el crecimiento de la población se ha ralentizado, y el año pasado el número de muertes, 10,1 millones, se acercó al de nacimientos, lo que sugiere que la población podría empezar a reducirse pronto.
Tras décadas de una política de hijo único diseñada para limitar el crecimiento de la población, el gobierno ha intentado cambiar de marcha. En 2016 se permitió a las parejas tener un segundo hijo por primera vez en más de 35 años, y el año pasado el límite se elevó a tres.
El Gobierno dice ahora a sus ciudadanos, especialmente a las mujeres, que es su deber patriótico tener más hijos. También hay muchos incentivos para fomentar una procreación más enérgica, como más guarderías financiadas por el Estado y una mayor protección de las mujeres contra la discriminación en el lugar de trabajo.
Hasta ahora, los incentivos y las exhortaciones no han conseguido revertir la tendencia. Como ocurre en otros países del este asiático, la gente opta por tener menos hijos. Debido a la política del hijo único, China, que tiene una preferencia cultural por los varones, tiene una de las proporciones de sexos más sesgadas del mundo: incluso en 2020 nacieron 112 niños por cada 100 niñas. Esto significa que hay menos mujeres en edad fértil para dar a luz a los niños que el gobierno tanto desea.
En un entorno altamente competitivo en el que se valora la educación como vía hacia el éxito, muchos padres prefieren gastar su dinero en asegurar un futuro brillante a un solo hijo que repartir sus recursos entre varios. En julio del año pasado, las autoridades reguladoras chinas tomaron medidas drásticas contra el sector de las clases particulares extraescolares, en parte porque los crecientes costes de la educación se han convertido en una carga para los padres jóvenes. Pero el coste de criar a los hijos sigue siendo desorbitado.
Las autoridades chinas afirman que es demasiado pronto para analizar el efecto del límite de tres hijos, que sólo lleva siete meses en vigor. Pero, dado el escaso número de familias que aceptaron la oferta del gobierno de tener dos hijos, es poco probable que tres se convierta en una opción más atractiva.