Homero Aguirre Enriquez
El mundo se encuentra más cerca que nunca de una catástrofe que extinga la vida en nuestro planeta, sostiene un reporte presentado a inicios de este año por un grupo de científicos atómicos. “La hora del Día del Juicio Final es establecida por el Boletín de la Junta de Ciencia y Seguridad de los Científicos Atómicos con el apoyo de la Junta de Patrocinadores del Boletín, que incluye 11 Premios Nobel. Durante los últimos dos años, el Reloj del Juicio Final se ha fijado en 100 segundos para la medianoche, más cerca de la medianoche que nunca en su historia… el más cercano al apocalipsis que puso fin a la civilización porque el mundo permanece atrapado en un momento extremadamente peligroso», leemos en thebulletin.org, pagina oficial de ese equipo de científicos.
El Boletin aquí aludido se publica anualmente desde 1947, por iniciativa de Albert Einstein y otros científicos integrantes del Proyecto Manhattan, en el que colaboraron activamente y dio como resultado la primera bomba atómica. Desde entonces advierte respecto a los riesgos mundiales de extinción y lo ha planteado gráficamente como un reloj que sintetiza la historia de la humanidad y cuyas manecillas se acercan cada vez más a la “medianoche” en que se extringuiría nuestra especie, el homo sapiens sapiens, y muchas otras especies, tal vez todas. Este año, advierten, estamos a “100 segundos de la medianoche” debido al riesgo nuclear, el deterioro climático, la pandemia de Covid-19 y las tecnologías disruptivas, como llama el Boletín a las redes sociales que, como sabemos, ocultan realidades, culpabilizan a su antojo, polarizan según su criterio e imponen verdades de quienes tienen poder para manipularlas.
Cuando se crearon y probaron las terribles armas atómicas, a mediados del siglo XX, hubo advertencias de que un poder destructor nunca antes visto amenazaba la vida en la Tierra si caía en manos de quien la usara para expandir su poder. Uno de los que se preocuparon por el uso que se daría a ese nuevo poder aniquilador fue Albert Einstein, el físico que huyó de la persecución de la Alemania nazi y tras vivir en algunos países europeos se nacionalizó como ciudadano de EE. UU. Einstein, ganador del Premio Nobel de Física 1921, escribió en 1945: “En la actualidad, los físicos que participaron en la construcción del arma más tremenda y peligrosa de todos los tiempos, se ven abrumados por un similar sentimiento de responsabilidad, por no hablar de culpa. (…) Nosotros ayudamos a construir la nueva arma para impedir que los enemigos de la humanidad lo hicieran antes, puesto que dada la mentalidad de los nazis habrían consumado la destrucción y la esclavitud del resto del mundo. (…) Hay que desear que el espíritu que impulsó a Alfred Nobel cuando creó su gran institución, el espíritu de solidaridad y confianza, de generosidad y fraternidad entre los hombres, prevalezca en la mente de quienes dependen las decisiones que determinarán nuestro destino. De otra manera, la civilización quedaría condenada”.
Por desgracia, no se cumplieron los deseos de Einstein. El arma nuclear no cayó en manos de Adolfo Hitler, porque antes de que eso ocurriera lo derrotaron los soviéticos, pero pasó a manos de los halcones imperialistas norteamericanos, quienes de inmediato la usaron para desaparecer de la faz de la tierra a más de doscientos mil japoneses en Hiroshima y Nagasaki a los que arrojaron sendas bombas nucleares, a pesar de que muchas voces autorizadas dijeron que eso ya no era necesario desde el punto de vista militar. El estallido de las bombas en esas ciudades cuando Japón ya estaba derrotado, Hitler se había suicidado y ya estaban decididos quiénes serían los ganadores de la Segunda Guerra Mundial, fue por parte de los EE.UU. un alarde de fuerza y el relanzamiento de la guerra contra la URSS, misma que inició desde el triunfo de los bolcheviques en 1917, y de cientos de operaciones para controlar el resto del mundo.
Los Estados Unidos salieron de la Segunda Guerra Mundial como la potencia hegemónica, prácticamente sin un rasguño en su territorio en el Continente Americano, pero con un hambre feroz de apoderarse del mundo y sus riquezas, voracidad junto a la cual Hitler ha resultado un principiante; los grupos que controlan el poder y el dinero en Estados Unidos son los principales responsables de que nuestro planeta sea ahora un polvorín nuclear a punto de estallar; un planeta devastado en sus recursos naturales, con el aire, el agua y la tierra envenenados, con miles de especies animales y vegetales desaparecidas para siempre (sobre este tema recomiendo leer en Facebook el excelente artículo de Abel Pérez Zamorano “La extinción de especies, los estragos de la anarquía de la producción”, donde cita y analiza el Informe Planeta Vivo 2022, que reporta: “Los cambios en el clima también se han relacionado con la pérdida de poblaciones enteras de más de 1,000 especies vegetales y animales”).
Contradiciendo su discurso de respeto a los derechos humanos, los EE.UU. son el país donde más muertes hay como resultado del inhumano manejo de la pandemia de Covid-19; sus gobernantes, tanto demócratas como republicanos, han impulsado desde hace décadas un cerco atómico contra Rusia, que derivó en una operación militar de los rusos para evitar que los norteamericanos engulleran a su patria, que se encuentra rodeada de misiles con cabezas nucleares instaladas por EE. UU. en los países vecinos. También es responsabilidad estadounidense la agresiva escalada contra China, a la que están intentando bloquear económicamente y provocar un enfrentamiento militar en la región china de Taiwán. Un somero repaso nos daría como saldo que en la mayoría de las invasiones y desestabilizaciones a lo largo y ancho del planeta ha estado metida la mano estadounidense t son los principales responsables de colocar dispositivos con bombas nucleares por todo el planeta.
Los Estados Unidos y sus aliados son, pues, los principales responsables de que el mundo se encuentre en riesgo de vivir sus últimos segundos en escala histórica y no los van a detener los llamados a la racionalidad, aunque sean muy sinceros sus emisores, sino un cambio en la correlación de fuerzas lograda con la lucha de los pueblos y sus representantes más valientes, decididos y claros de objetivos. De aquí se desprende que es necesario respaldar a quienes buscan un mundo multipolar, que evite el control de los recursos naturales, los territorios, los mercados, el dinero, la comunicación y las armas por una sola potencia. De aquí que sea correcta la respuesta de Rusia a quienes rodearon su territorio con bases militares y se disponían a colocar una más en Ucrania para ponerlo de rodillas y repartir su territorio; es correcta también la defensa desplegada por China de su derecho a existir independientemente como un solo territorio, como una economía pujante que ayuda a otros países a salir de su atraso y como la opción más exitosa ensayada en la historia del combate a la pobreza. De aquí también se desprende que los mexicanos debemos formar un partido y un movimiento verdaderamente de izquierda que se sume a la lucha de los pueblos por su liberación política, por acabar con la pobreza y por la sobrevivencia del planeta.