La mixteca poblana se está tiñendo de rojo: desde Izúcar hasta los municipios que colindan ya con Oaxaca y Guerrero, la violencia y la delincuencia organizada se empiezan a apoderar del territorio.
En la región de la mixteca poblana, que tan bonita es por sus tradiciones y su gente, hay un grave problema de gobernabilidad: Acatlán y Piaxtla se quedaron acéfalos porque sus ediles están siendo investigados por homicidas y corruptos y ahora están tras las rejas.
Chietla es un cementerio. Los muertos y ataques directos son el pan de cada día. Y no, no se puede culpar a los estados vecinos por lo que pasa. Es responsabilidad de la seguridad del estado.
En Izúcar el propio Cabildo se enfrenta con la alcaldesa porque la acusan de corrupta. El gobierno ahí, pues, está también de cabeza. Ahí los robos están a la órden del día.
En Tulcingo del Valle fue encontrado el cuerpo sin vida de Maurilio Herrera, comandante de la policía de Tulcingo del Valle, Puebla, desmembrado y embolsado en un parque de la localidad, acompañado de un narcomensaje que decía, entre otras cosas, “voy por todos”. Al comandante lo acusaban de haber asesinado y torturado a cuatro personas.
¿Y la Policía? ¿Y la estrategia de seguridad del gobierno de Miguel Barbosa? ¡Seguimos sin encontrarla!
Mientras no haya un verdadero combate a la delincuencia, acciones concretas que garanticen la seguridad de los ciudadanos, la cantidad de delitos seguirá creciendo.
Por ejemplo, ¿por qué un comando armado puede entrar a asaltar una casa de cambio y escapar como sin nada? Porque alguien los protege. En Tecomatlán esto pasó hace una semana. Tecomatlán es uno de los municipios más seguros que hay; la paz prevalece a tal grado que ni siquiera es necesaria una cárcel. La Policía está capacitada para atender cualquier incidente, pero uno como este excede hasta a las Policías más expertas de los municipios más grandes.
El asalto ocurrido en Tecomatlán es señal de que la delincuencia en la mixteca está avanzando a causa de un gobierno estatal que no le pone un alto. Los ciudadanos de todos los municipios de la zona merecen estar tranquilos y merecen un gobierno estatal que les garantice paz. Por ahora, es claro que no lo hay.