Por Leticia Montagner
El monje benedictino Guido de Arezzo fue el creador del nombre de las notas musicales que hoy día utilizan la mayoría de músicos del mundo.
Su nombre fue Guido de Arezzo, un religioso italiano de la Edad Media, quien, durante su paso por la Abadía Benedictina de Pomposa, Italia, destacó por sus innovadoras técnicas para que sus hermanos cantores aprendieran nuevos himnos litúrgicos.
Gracias a su fama como músico, el entonces Obispo de la Diócesis de Arezzo, Italia, Teodaldo, le encargó la formación de los cantores de su Catedral. Allí escribió el Micrologus de Disciplina Artis musicae, considerado el más importante tratado de música de su época.
Durante la edad media, las notas musicales eran nombradas por letras del alfabeto como A, B, C, D, E, F, G, pero el músico religioso no consideraba muy práctica esta connotación para fines didácticos.
Con el fin de que sus estudiantes puedan memorizar el sonido exacto de cada una de estas notas musicales, Guido de Arezzo decidió renombrarlas por la primera sílaba de cada frase del himno Ut queant laxis.
Es un himno a San Juan Bautista que tiene la particularidad de que cada una de sus frases comienza por una nota musical distinta. La letra en latín es la siguiente:
Ut queant laxis,
Resonare fibris,
Mira gestorum,
Famuli tuorum,
Solve polluti,
Labii reatum,
Sancte Ioannes.
La traducción al español es: Para que puedan exaltar a pleno pulmón las maravillas estos siervos tuyos, perdona la falta de nuestros labios impuros, San Juan.
Guido de Arezzo llamó solmisación a esta novedosa técnica de asociación entre el nombre de las notas musicales y su sonido exacto. Más adelante, este método pasó a llamarse solfeo.
Seis siglos más tarde, el músico italiano Giovanni Battista Doni le cambió el nombre a la nota Ut de Guido de Arezzo y la renombró Do, porque consideró que sería más sencillo de ser cantada si terminaba en vocal.
Hacia 1025 el monje ingresó como maestro en la Escuela Catedralicia de Arezzo, donde sobresalió en la enseñanza del arte vocal.
Experimentados y perfeccionados en dicha ciudad sus métodos, pudo componer, durante el período 1028-1032, sus obras más importantes: Micrólogo sobre la Disciplina del Arte Musical, Regole Ritmiche, Prefazione dell’ Antifonario, el mismo Antifonario, ya de acuerdo con su nuevo sistema lineal-diastemático y la Epístola al Monje Miguel sobre el Canto Desconocido, en la que expone los principios de su método.
Su labor recibió la aprobación del Pontífice Juan XIX, quien confió al músico la instrucción de los cantores papales. En 1029 se retiró al convento de Avellana, en el que posiblemente murió en fecha que no se ha logrado precisar.
En la actualidad, los nombres de las notas musicales ideadas por Guido de Arezzo siguen siendo utilizados en todo el mundo. Sin embargo, en países como Alemania y algunos de habla iglesia todavía se emplean las siete primeras letras del alfabeto.
Si usted desea escuchar el himno original puede dar clic a este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=jo6trJ-sQ0k