Por Leticia Montagner
Tiene sus complicaciones eso de las almas gemelas, algunos creen que es una sola y eso les impide pensar que después de una ruptura se pueda encontrar a otra persona que los haga felices; por otro lado, biológicamente hablando, las almas gemelas realmente existen.
El vínculo entre ellas entraña las mismas complicaciones que cualquier otra relación. Por supuesto que no existe una definición científica consensuada, pero los humanos pertenecen al exclusivo club del reino animal que puede formar relaciones a largo plazo y no se trata de la monogamia sexual.
A lo largo de la evolución, desarrolla circuitos neuronales que los hacen ver a cierta persona como alguien especial, pueden identificarla fácilmente en medio de la multitud, le dan prioridad sobre todos los demás y después pasan décadas junto a ella.
En otras palabras, las almas gemelas existen porque así viene cableado el cerebro. Pero lo más fascinante es que todos somos únicos e irrepetibles, el ADN, la cara y el cerebro son únicos.
Sin embargo, el circuito neuronal de cada uno los hace ver a determinada persona más especial que al resto y lo que ocurre es que esa persona se vuelve más valiosa.
Para los humanos es lo más natural del mundo, pero en el reino animal es sumamente raro. Ese neuro circuito se llama vínculo de pareja y hay un pequeño ratón campestre de color pardo que lo comparte, sin nada de especial, excepto para otro de la pradera.
Cuando uno de ellos se encuentra con otro, arman pareja y listo. Duermen acurrucados y se siguen a todas partes. Lo interesante es que hay muchos similares, como los montañeses o de los médanos, que son promiscuos y no eligen nada. Pero las diferencias entre los cerebros de esos dos roedores se convirtieron en el método clásico para estudiar la biología de la monogamia y el vínculo de pareja.
De acuerdo a The Washington Post, para el experto Amir Levine, Escritor de libros, Psiquiatra y Neurólogo, resulta que los ratones o topillos de la pradera tienen más receptores de oxitocina y vasopresina en el cuerpo estriado del cerebro que está asociado con la gratificación y la recompensa. Estas hormonas están vinculadas a sentimientos de confianza, amor y unión. Y esa diferencia en los receptores del cerebro les permite desarrollar intimidad con sus parejas.
En los humanos se observa la misma variabilidad. La fuerza de los vínculos que se generan varía mucho. Algunos tienen más tendencia a cuidar y otros menos.
La pregunta del millón es ¿cómo surge la chispa y por qué unas personas nos atraen y otras no? Las leyes de la atracción no han sido del todo desentrañadas. Hay muchas teorías psicológicas, pero no respaldadas por la ciencia, algunos dicen que buscan a sus padres, pero los estudios científicos apuntan en otra dirección.
Las investigaciones muestran que lo que une a los roedores que son monógamos es el olor. Para los humanos, probablemente se trate de la vista y el olfato.
Los humanos tenemos un sistema visual muy desarrollado y las investigaciones han demostrado que la apariencia influye mucho en las elecciones de pareja y el olor corporal del otro también les resulta reconfortante y hasta puede ayudar a mantener la relación.
Desde el punto de vista biológico, los grandes amigos también son un tipo de alma gemela. La afinidad entre personas que luego se vuelven amigos íntimos suele ser inmediata. Y está estudiado que los amigos íntimos tienen patrones cerebrales similares.
El problema con las almas gemelas es que quedan grabadas en el cerebro, el sistema biológico es muy poderoso y hay que respetarlo, pues lleva tiempo superar a alguien y sanar, ya sea una ruptura o una pérdida.
Pero ahí es donde la cosa se complica. Esta capacidad que tenemos de hacer especial a alguien, el cerebro puede aplicarla una y otra vez y por eso se puede tener más de un alma gemela en la vida.
Unos creen que su alma gemela es una sola, pero eso impide pensar que después de una ruptura se pueda encontrar a otra persona que nos haga felices. Deberíamos pensarlo.
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