Erika Nieto
Error o no, resultó muy conveniente para la actual jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, el tropezón discursivo que tuvo el Embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien la llamó “presidenta” durante un evento, provocando que se interpretara como un apoyo político como parte de las aspiraciones que la funcionaria ha manifestado rumbo al 2024.
“En esta embajada, todavía no tenemos el día fijo cuando se vaya a abrir, pero ojalá con la ayuda de la presidenta Claudia Sheinbaum y el gobierno aquí y los vecinos vamos a llegar a un tiempo donde sí se pueda abrir”, fue parte de su discurso.
Claro que eran obligados los cuestionamientos, ante la efervescencia política que se vive, sobre todo al interior del Partido Regeneración Nacional (Morena), entre los mejor conocidos como “corcholatas”, es decir, todos aquellos que aspiran a buscar la presidencia en la próxima elección federal.
“En la política de México no me voy a meter yo”, se defendió rápidamente el diplomático norteamericano.
Lo cierto es que hace poco platicábamos en este mismo espacio que el funcionario norteamericano ha sido severamente criticado porque, en ocasiones, su estrategia diplomática pareciera más cercana al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y no al de su jefe, Joe Biden, por ello es que generó tanta polémica entre los propios aspirantes y la sonrisa silenciosa de una Claudia Sheinbaum que ya fantasea con la silla presidencial.
Texas en contra del fentanilo, AMLO en contra de Texas
Ya no está Donald Trump en la Casa Blanca, pero tiene a los gobernadores republicanos para insistir en algunos planes de su gobierno que se quedaron en el tintero al no lograr la reelección de su mandato, uno de ellos es enfrentar el daño creciente que está provocando el consumo del fentanilo en ese país a través de nombrar, por decreto, a las bandas de narcotraficantes como grupos terroristas y atacarlos bajo la misma estrategia.
El gobernador de Texas, Greg Abbot acaba de presentar una orden ejecutiva por la que designa a los cárteles mexicanos como organismos terroristas e instruyó al Departamento de Seguridad Pública a tomar medidas inmediatas para “mantener seguros a los texanos”. Además, exigió al gobierno de Joe Biden hacer lo mismo ante los más de 100 mil muertos por sobredosis de esta droga tan solo el año pasado.
La reacción del presidente López Obrador fue muy fuerte al llamar “politiquería” a las acciones del texano mientras lo acusaba de lucrar electoralmente con temas como el de la migración y ahora el de los grupos delincuenciales mexicanos.
El mandatario mexicano tiene razón en afirmar que es un tema de campaña rumbo a las próximas elecciones donde Greg Abbot está buscando la reelección y donde tiene muy puestos sus planes en la Casa Blanca rumbo al 2024, sin embargo, es un tema que ya Donald Trump tenía contemplado como presidente y que debería tomarse muy en serio ante las implicaciones para la soberanía nacional y la seguridad de los mexicanos. No solo para los mexicanos que viven y trabajan en los estados de toda la franja fronteriza con Estados Unidos, sino de todos aquellos donde desde hace años se presentan conflictos y enfrentamientos entre estos grupos y que tienen muy preocupados a nuestro vecino país del norte.
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