Rosa María Dávila Partida
Es hora de hacer un balance de la guerra que están librando Rusia y Ucrania, pues el conflicto ya cumple seis meses y amenaza con afectar todavía más fuertemente a todos los habitantes del planeta. Por eso, aunque ocurre muy lejos de nuestra patria necesitamos conocer su desenvolvimiento y, sobre todo, sus causas.
Empezaremos por los civiles muertos. Antes de la intervención de Rusia con su operación militar especial a fines de febrero, ya habían fallecido 14 mil ucranianos, habitantes de la región del Donbás masacrados por las fuerzas nacionalistas desde el momento en que proclamaron su independencia como consecuencia del golpe de estado perpetrado por los derechistas asesorados por EE.UU. en 2014. Fueron ellos, los habitantes de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, quienes solicitaron el apoyo de Rusia una vez que fue evidente que las autoridades ucranianas nunca iban a cumplir los Acuerdos de Minsk I y II tomados en 2014 y 2015, con la intervención de Francia y Alemania, gobiernos que nunca movieron un dedo para evitar el genocidio de los rusoparlantes habitantes de estos lugares.
Entonces, así empezó la cuenta de las víctimas de este conflicto. A ellas se suman cada día los 4 o 7 que mueren por los ataques de mortero que realizan las tropas ucranianas contra zonas residenciales de las repúblicas llamadas “separatistas” por las autoridades de Kiev (sin contar cerca de un millón de niños y ancianos que han debido exilarse en Rusia para no perecer). Se supo, por los documentos incautados por los soldados rusos, que los nacionalistas estaban preparando una gran operación militar para exterminarlos, tal es la feroz persecución que el gobierno de Zelenski ha desatado contra ellos por el delito de ser rusoparlantes y defender la cultura y tradiciones de sus ancestros. Se salvaron del aniquilamiento, y siguen en la guerra, sus milicias se incorporaron al ejército ruso que los libró de la muerte. “El pasado 6 de agosto, el coronel general Mijaíl Mízintsev informó que el número total de personas evacuadas por Rusia desde el 24 de febrero asciende a 3,155,253, incluidos 498,773 menores de edad”. (Sputnik, del 11 de agosto)
También han perecido ciudadanos rusos, se contabilizan por decenas, pues las tropas de Kiev también han atacado puestos fronterizos en claras provocaciones, como lo denunció el gobernador de la provincia rusa de Kursk, Román Starovoit en su canal de Telegram: “La situación en el distrito de Gluskovski no está tranquila, el enemigo abre fuego contra los pueblos fronterizos: Tétkino y Popovo-Lezhachi”. (Sputnik, del 11 de agosto)
Las bajas entre los civiles ucranianos se cuentan en varios miles y son muchísimos los que han buscado refugio fuera de su patria. “Según los datos del 8 de agosto de 2022, más de 10,6 millones de refugiados ucranianos —aproximadamente una cuarta parte de la población del país— habían abandonado sus hogares” (CNN muestra a familias ucranianas huyendo hacia las zonas liberadas por Rusia. Sputnik 13 agosto.) Esto está pasando en Ucrania, mientras el presidente Biden insiste en que “Occidente luchará hasta el último ucraniano”.
Otras víctimas importantes son los habitantes de Europa, lo dice el propio Josep Borrell: “La ciudadanía tiene que estar dispuesta a pagar un precio para mantener el apoyo a Ucrania y la unidad de la UE. Estamos en guerra: esas cosas no son gratis, aunque sí hay que tratar de repartir los esfuerzos de forma equitativa”, indicó, agregando que el conflicto “nos afecta directamente, aunque nuestros soldados no mueran allí”. (Sputnik, del 11 de agosto). Ese precio alto se materializa en incremento de precios de alimentos, Incremento de luz y la gasolina. La caída del euro y la amenaza de recesión.
El principal beneficiario de tantas muertes y sufrimientos es el “Estado Profundo” norteamericano y mundial, es decir los detentadores del verdadero poder económico a nivel planetario. La industria bélica norteamericana y en escasa medida francesa y alemana que cada minuto ven crecer sus ganancias con cada arma que se entrega a Ucrania y que, en cuestión de días es destruida por los ejércitos de la Federación de Rusia. Los grandes consorcios financieros que otorgan los créditos para esas armas y no dejan de cobrar puntualmente sus intereses todos los meses. Las empresas refinadoras de petróleo que ahora venden sus productos con sobreprecio, para no hablar de las trasnacionales que controlan la producción y distribución de los alimentos “Cargill crece sus ingresos anuales en 23% a un récord de US$165.000 millones. Las empresas que compran y venden granos globalmente se beneficiaron de las distorsiones del mercado causadas por el clima, la pandemia y la guerra en Ucrania, principalmente” (Tarso Veloso, de Bloomberg, del 10 de agosto).
Así es como gobierna la dictadura del capitalismo global trasnacional. Así garantiza las altas ganancias de sus corporaciones. Los pueblos están sufriendo porque el “Estado Profundo” quiere apoderarse de Rusia y desmembrarla en 20 republiquitas con gobiernos títeres, como ya lo hicieron en Yugoslavia. a. Esta pesadilla seguirá hasta que los pueblos del mundo despierten, se organicen y tomen el poder en sus manos. El pueblo chino y muchos ciudadanos rusos ya están dando esta batalla. Los demás debemos sumarnos.