Homero Aguirre Enríquez
El fracaso y corrupción en la dependencia llamada Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) ponen otra vez en evidencia que muchas de las promesas del actual presidente eran cuentos para engañar a los votantes, ansiosos de creer en soluciones a su pobreza y su hambre sin importar si la propuesta era viable y sensata, sin que se les dijera de dónde saldrían los recursos que financiarían los planes y sin ningún plan operativo concebido científicamente para lograr las metas propuestas. En el caso de Segalmex, no sólo hay incumplimiento grave de sus funciones, sino que diversas auditorias han detectado faltantes que ascienden a más de 9 mil 500 millones de pesos, cantidad que supera fácilmente el presunto desfalco señalado en la llamada “Estafa Maestra”, del que se acusó a Rosario Robles y por lo cual se le mantuvo presa durante tres años.
Segalmex es otro más de los inventos improvisados y fallidos del actual sexenio, pero claramente exhibe una vez más cómo se construyó un discurso demagógico, destinado a impactar en las aspiraciones y emociones de la gente más empobrecida y con hambre para que votara por Morena. Segalmex fue presentada con bombo y platillo en el año 2019 como una dependencia estrella en el plan de apoyar primero a los pobres; estaría sectorizada a la SADER, fusionaría a Diconsa y Liconsa y tendría el propósito de reducir drásticamente la dependencia de alimentos de otros países, o sea, lograr la anhelada autosuficiencia alimentaria de México, sobre todo para beneficiar a las familias más pobres. También, se dijo, apoyaría a los productores más necesitados mediante el suministro de fertilizantes y semillas mejoradas, precios de garantía y otros programas de promoción de la producción, acopio, industrialización y comercialización de alimentos básicos, sobre todo maíz, frijol, arroz y trigo. Todo un sueño que por fin se haría realidad. Para encabezar esta nueva dependencia, López Obrador colocó a Ignacio Ovalle, quien fuera secretario particular de Luis Echeverria, funcionario en el sexenio de Carlos Salinas y amigo del actual presidente desde que éste se formó en las filas del partido tricolor.
Sin entrar a discutir por el momento la posibilidad real de que en un mundo globalizado un país se vuelva absolutamente autosuficiente en alimentos, lo que salta a la vista es que, en el actual sexenio, México no ha avanzado ni una micra en la autosuficiencia alimentaria. “México importa casi la mitad de los alimentos que consume, así como la mayor parte de los insumos, maquinaria, equipo y combustibles para la agricultura. El diagnóstico está plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 de la llamada Cuarta Transformación. Y también la meta: romper esa tendencia con al menos dos programas para lograr la ansiada autosuficiencia alimentaria nacional” (agrositio.com.ar).
Pero en vez de disminuir la dependencia de alimentos del exterior, garantizar apoyos a los productores y eficientar las cadenas de producción y distribución de alimentos, en la Segalmex lograron metas muy por debajo de lo que se propusieron, beneficiaron a muy pocos productores y, eso sí, se robaron a manos llenas el presupuesto mediante diversas maniobras.
El catálogo de pillerías de los funcionarios de la 4T detectadas en Segalmex es vasto y poco novedoso respecto a otros robos al erario. Incluye la asignación de contratos a empresas inexistentes o a compañías que no estaban relacionadas con los giros de Diconsa y Liconsa sino que se dedicaban a otras actividades totalmente distintas; pagos multimillonarios por adelantado a transportistas, centros de almacenamiento o productores que jamás comprobaron haber cumplido con lo que se les pagó; recibos por grandes cantidades hechos a mano y en cualquier pedazo de papel; creación de cientos de plazas sin ninguna justificación y sin verificar que existieran esos empleados. “Tan sólo en la capital del país había 300 plazas con salarios de entre 40 mil y 100 mil pesos mensuales, que ya fueron canceladas. Sus ocupantes supuestamente cumplían sus funciones a distancia”… En el caso de Diconsa, las investigaciones ahora están concentradas en la producción,compra, transporte y almacenamiento de granos, ya que en muchos casos no se ha podido acreditar la entrega de productos. En torno a esa empresa surgieron cuatro empresas fachada a través de las cuales se simuló la adquisición de bienes por 700 millones de pesos relacionados con la compra y dotación de costales, insecticidas y hasta cubrebocas. Estas compañías fueron identificadas como Gentsai Hon, Fruverloz, Soluservicios Globales NXK, Properloz, Professional Bright XRW y Denoter”. (La Jornada, 18 de julio de 2022).
En fin, un verdadero cochinero de irregularidades y violaciones flagrantes a la proclamada “honestidad valiente”, que diversos medios e investigadores han venido señalando desde hace meses y que ahora ya es imposible esconder, pero cuya exposición pública no llevará a ningún cambio de fondo en la política que actualmente tiene postrados a los productores agropecuarios y que a los consumidores los tiene a expensas de una inflación galopante en el precio de los alimentos.
La exposición pública de la corrupción en Segalmex no representará más que otro episodio propicio para que, desde la mañanera, AMLO se dé baños de pureza y para exhibir y sancionar suavemente a piezas menores del entramado de corrupción fabricado para desviar recursos; servira, pues, sólo para refrescar y dar apariencia de piso parejo a la escena teatral del presidente, que necesita con urgencia nuevos capítulos de su serie dedicada a arremeter contra los opositores y potenciar así los distractores para desviar la atención del público preocupado y que empieza a decepcionarse de la 4T por el aumento de la pobreza, el grave deterioro de la economía y el escandaloso y muy peligroso crecimiento de la violencia en el país. ¿Hasta cuándo? Hasta que el pueblo despierte del letargo, se organice y luche por un país verdaderamente nuevo.