Homero Aguirre Enríquez
Nuevos crímenes sacuden a las comunidades pobres de Oaxaca. En medio del mutismo oficial del gobierno estatal, muy ocupado en enseñar al mundo la cara alegre y folclórica de Oaxaca y disimular las injusticias y pobreza que padece la mayoría de habitantes de esa entidad, miles de oaxaqueños marcharán el próximo lunes para denunciar un ataque armado que provocó la muerte del campesino Alejandro Antonio Cruz y heridas graves a cinco personas más que actualmente luchan por su vida, todos ellos campesinos del núcleo agrario de Santo Domingo Yosoñama, ubicado en la Mixteca oaxaqueña, que fueron tiroteados mientras trabajaban en sus parcelas.
Este crimen brutal es el eslabón más reciente de una larga cadena de asesinatos que ha provocado ya la muerte de 37 campesinos, una verdadera masacre que ha quedado impune, enterrada entre las promesas de solución y justicia ofrecidas por los gobernantes en turno, que no han hecho el menor intento de resolver en serio el conflicto agrario existente ahí desde hace años y tampoco han podido o querido detener a los integrantes de “poderes fácticos” y grupos políticos identificables que están detrás de las agresiones contra los campesinos de Yosoñama; agresores que no han recibido ningún castigo a pesar de haber lanzado amenazas abiertas y cometido secuestros y asesinatos espantosos como este y otros más que en algún momento han llenado de horror a quienes los han podido presenciar en las escasas ocasiones que han trascendido a los medios de comunicación, por el grado de sevicia desplegado por los criminales contra hombres, mujeres y niños inocentes.
Está plenamente justificado el acto de legítima protesta anunciado para el próximo lunes contra esta ola de crímenes impunes que no ha recibido siquiera una mínima operación de patrullajes sistemáticos, retenes preventivos y mucho menos han provocado indagatorias, pesquisas o detenciones que frenen a los criminales. El mensaje que deja tanta impunidad es aterrador: en México hay un lugar, Santo Domingo Yosoñama, donde han asesinado a 37 campesinos inocentes y no pasa nada.
La manifestación también exigirá a la administración que encabeza Alejandro Murat que cumpla compromisos que el propio gobernador hizo con las comunidades y que los funcionarios estatales no ejecutan mediante diversas maniobras, trucos y malabares verbales. Desafortunadamente, Oaxaca sigue siendo emblemático por la gran cantidad de habitantes en pobreza, 2, 569, 000 personas son pobres, 860 mil viven en pobreza extrema y más de un millón carecen de servicios en sus viviendas.
Estas cifras, que seguramente se han incrementado como consecuencia del desempleo creciente, de la inflación desatada en el país y de la ausencia de políticas federales que destinen recursos a rubros estructurales para disminuir la pobreza, como creación de empleo e inversiones en infraestructura básica para dotar de servicios y vivienda a pueblos y colonias, en vez de las carretadas de dinero del presupuesto federal destinadas a comprar voluntades mediante entregas de pequeñas cantidades de dinero a diversos sectores o invertir en obras caras e inútiles ¿Se imagina el lector la cantidad de obras que pudieron hacerse en Oaxaca, por ejemplo, con lo que se malgastó en construir un aeropuerto que nadie usa?
Ante ese escenario, los manifestantes exigirán que el Gobierno de Oaxaca cumpla compromisos mínimos que ha hecho reiteradamente para dotar de servicios a comunidades, la pavimentación del camino de acceso a la comunidad de San Pedro Evangelista y el pago con recursos públicos a profesores de San Miguel Monteverde, pago que hasta ahora ha recaído en los empobrecidos padres de familia de ese lugar. En esos asuntos, algunos funcionarios asumen compromisos y los turnan a otros que los contradicen, en el muy sobado juego en el que un funcionario desempeña el papel del “bueno” y otro el papel del “malo”, algo que ha desprestigiado muchísimo a la clase política de nuestro país que, no obstante, sigue pensando que prometer e incumplirle a los gobernados es un arte genial, digno de alabanza y nuevas responsabilidades en la administración pública, sin importar el color de la camiseta que vista en el futuro.
Estos agravios son los que provocan el clamor contra la injusticia y la pobreza que irrumpirá en las calles de la capital de Oaxaca el próximo lunes. Desde aquí hago un llamado al gobernador Alejandro Murat a cumplir los compromisos contraídos: a brindar seguridad y justicia a Yosoñama, así como a garantizar que sean construidas las pequeñas obras acordadas para paliar un poco la pobreza y la marginación de algunas familias que claman por ayuda. A todos los oaxaqueños en lucha les transmito la solidaridad de todo el Antorchismo del país, que se manifestará en respaldo a sus denuncias y movilizaciones encaminadas a frenar la nueva escalada violenta que sufren y obtener el bienestar al que tienen derecho como mexicanos.