Ataques, amenazas, tensiones, tiroteos y un muerto es hasta ahora el resultado de las acciones violentas de partidarios del actual presidente de Brasil Jair Bolsonaro lo que ha encendido las alarmas ante las elecciones del próximo mes de octubre.
El drama más reciente ocurrió el sábado por la noche en Foz de Iguazú, en el sureño estado de Parana, donde un partidario de Bolsonaro irrumpió en la fiesta de cumpleaños de Marcelo Arruda, militante del Partido de los Trabajadores (PT), y lo mató a tiros.
Ese mismo día, en Brasilia, seguidores del ultraderechista celebraban un acto para defender el porte de armas promocionado por el diputado e hijo del mandatario Eduardo Bolsonaro, que el domingo celebró su 38 cumpleaños con una tarta en forma de revólver y balas.
A esto se suma que Bolsonaro sigue repitiendo que el sistema de voto electrónico utilizado desde 1996 se presta al fraude y que las urnas pueden ser pirateadas fácilmente. Estos reiterados ataques, siempre sin pruebas, son interpretados por muchos analistas como una peligrosa amenaza si el mandatario llega a perder los comicios. Unos días previos al crimen contra Arruda, en un acto del PT en Río de Janeiro, y justo antes de que llegase Lula Da Silva, explotaron dos bombas caseras con excrementos en su interior junto al escenario; así mismo, se han presentado otros actos de sabotaje en los eventos políticos del PT.