Los cuerpos de los sacerdotes jesuitas Javier Campos, de 79 años y Joaquín Mora Salazar, de 80, fueron sepultados en el atrio del templo de San Francisco Javier en Cerocahui, donde fueron ultimados a balazos.
El pasado 20 de mayo, los jesuitas intentaron auxiliar al guía de turistas Pedro Palma, quien entró en la iglesia huyendo de personas armadas encabezadas por José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”, quien les disparó a quemarropa.
Este lunes, se desplegó un fuerte operativo de seguridad en esta comunidad del municipio de Urique, Chihuahua, con elementos del Ejército y Guardia Nacional que desde el pasado jueves se establecieron en el lugar.
Al entierro de los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar acudieron sus familiares y amigos, así como la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos.
Durante la homilía de la misa de cuerpo presente, el obispo de la Diócesis Tarahumara, monseñor Juan Manuel González Sandoval, exigió un “¡hasta aquí a la impunidad y violencia!” que se viven en el país.
González Sandoval pidió respeto y exigencia crítica para superar la ruptura del tejido social y rechazó la polarización ideológica como explicación para los problemas del país.