Guy Mettan diputado suizo, ex jefe de redacción del diario La Tribune de Genève, en su artículo titulado “El doctor Volodimir y míster Zelensky, la cara oculta del presidente ucraniano”, describe como Vladímir Zelenski se alió con los fascistas para llegar a presidente de Ucrania y el proceso que ha seguido para instaurar una dictadura al estilo nazi.
El principal patrocinador de Zelenski, es el oligarca Ihor Kolomoiski, residente en Ginebra donde posee lujosas oficinas con vista al lago, está lejos de ser el menos importante de los personajes que se benefician con la corrupción reinante en Ucrania.
Este Kolomoiski, individuo decididamente inevitable en esta Ucrania que marcha hacia “el progreso”, es quien financió toda la carrera de Zelenski como actor y además está implicado en el escándalo de los Pandora Papers, revelado en la prensa en 2021. En los Pandora Papers nos enteramos de que desde 2012 la televisora ucraniana 1+1, propiedad del sulfuroso oligarca Kolomoiski, entregó a su vedette Zelenski no menos de 40 millones de dólares y de que –poco antes de ser electo presidente y con ayuda de sus más cercanos colaboradores, los dos hermanos Shefir, uno de los cuales es el autor de los guiones de Zelenski mientras que el otro es el jefe de la inteligencia ucraniana (SBU), y del productor y propietario de Kvartal 95, la empresa de producción de esos personajes– Zelenski transfirió prudentemente sumas considerables a varias cuentas offshore abiertas a nombre de su esposa mientras adquiría 3 apartamentos no declarados en Londres que le costaron 7,5 millones de dólares.
En Estados Unidos se acusaba a Kolomoiski de haber malversado 5 mil 500 millones de dólares del banco público Privatbank. Pero casualmente el buen Ihor Kolomoiski es el principal accionista de la empresa petrolera Burisma… que daba empleo a Hunter Biden, hijo del hoy presidente de Estados Unidos Joe Biden. Hunter Biden cobraba en Burisma la “módica” suma de 50 mil dólares mensuales y hoy está sometido a investigación por el fiscal del Estado estadounidense de Delaware.
Zelenski resultó electo con un impactante 73,2% de los votos, habiendo prometido que acabaría con la corrupción, que conduciría a Ucrania por el camino del progreso y de la civilización y, sobre todo, que restauraría la paz con los rusoparlantes del Donbass.
Pero, en cuanto fue electo, Zelenski traicionó todas sus promesas tan descaradamente que su índice de popularidad era un magro 23% en enero de 2022, quedando incluso lejos de sus dos principales adversarios.
En mayo de 2019, para contentar a los oligarcas que lo financiaron, el recién electo Zelenski emprendió un gran programa de privatización de la tierra que abarcó 40 millones de hectáreas de excelentes tierras agrícolas, afirmando que la moratoria sobre la venta de tierras haría perder miles de millones al PIB de Ucrania.
También, Zelenski emprendió una vasta operación de privatización de los bienes del Estado, de austeridad presupuestaria, de abrogación de leyes sobre el trabajo y de desmantelamiento de los sindicatos, lo cual molestó a la mayoría de los ucranianos, que no habían comprendido lo que el candidato Zelenski consideraba “progreso”, “occidentalización” y “normalización” de la economía ucraniana.
En febrero de 2021, Zelenski cerró 3 televisoras de oposición (NewsOne, Zik y Ucrania 112) etiquetadas como prorrusas y supuestamente pertenecientes al oligarca Víktor Medvedchuk. Pero el Departamento de Estado saludó esa violación de la libertad de prensa declarando que Estados Unidos apoya los esfuerzos ucranianos por contrarrestar la influencia maligna de Rusia…
En el frente de la corrupción, el balance no es mejor. En 2015, el diario británico The Guardian estimaba que Ucrania era el país más corrupto de toda Europa. En 2021, Transparency International, una ONG occidental con sede en Berlín, clasificaba a Ucrania en el lugar 122 del ranking mundial de la corrupción.
Aunque la prensa oficial ucraniana ha negado la alianza del judío Zelenski con los nazis, hay que remontarse hasta octubre de 2019 para comprender la naturaleza practicista de las relaciones entre Zelenski y la extrema derecha. Y hay que entender que esas formaciones de extrema derecha –aunque sólo son un 2% del electorado– representan cerca de un millón de individuos muy motivados y bien organizados, repartidos en numerosas agrupaciones y movimientos, como el regimiento Azov, cofundado y financiado desde 2014 por el inevitable… Kolomoiski. Pero el regimiento Azov es sólo la más conocida de esas entidades, también están las agrupaciones Aidar, Dnipro, Safari, Svoboda, Pravy Sektor, C14 y Cuerpo Nacional.
Todos esos grupos están en mayor o menor escala incorporados al ejército y a la Guardia Nacional ucraniana, por iniciativa de su promotor, el ex ministro del Interior Arsen Avakov, que controló totalmente el aparato de seguridad ucraniano entre 2014 y 2021. Esos son los que Zelenski denomina como “veteranos” desde el otoño de 2019.