Philias| México depende más de Estados Unidos en materia de alimentos

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La 4T presume que sus políticas están encaminadas a alcanzar la soberanía alimentaria, sin embargo, se han eliminado los apoyos de comercialización y programas que aseguraban un ingreso para los campesinos.

Carlos Alberto Morales Hernández

Para que un cultivo agrícola logre terminar su ciclo exitosamente, necesita agentes bióticos y abióticos que influyen en el desarrollo vegetal, algunos de éstos son agua, luz, minerales, etc. Algunos de estos minerales se encuentran de forma natural en el suelo, sin embargo, es frecuente que éstos no se encuentren disponibles en las cantidades que las plantas lo requieren, aquí radica la importancia de los fertilizantes, que son el complemento de las necesidades nutricionales de las plantas.

Por ejemplo, el maíz, el grano con  mayor demanda en México, es muy sensible a las variaciones de la fertilidad del suelo; por ende, es indispensable su fertilización orgánica o con compuestos químicos: se requiere entre 160 a 240 kilogramos de nitrógeno por hectárea; 40 a 80 kilos de fosfato y entre 200 a 240 kilos de potasio para producir una cosecha exitosa. Sin embargo, existe el problema de que, con mucha frecuencia, los campesinos mexicanos no pueden adquirir fertilizante dado sus altos costos (la urea, fertilizante más usado, pasó de 10 mil pesos por tonelada de mayo de 2021 a 22 mil 400 en mayo de 2022) por lo que no fortalecen sus campos y su productivdad es baja; muchas veces su cosecha no les alcanza ni para el autoconsumo.

Pero ése no es el único problema que enfrentan los campesinos para producir maíz. Según El Economista, el 2022 no será un buen año para este cultivo. México no alcanzará la meta planteada de producir 24 millones de toneladas, que es una cifra significativamente menor a la prevista por el Gobierno Federal, por lo tanto se prevee importar el 73 por ciento del maíz para consumo nacional. Las razones: las sequías provocadas por el cambio climático, una menor superficie para cumplir con la producción anual y, lo más grave, la falta de programas de gobierno que ayuden a impulsar mayores cosechas y la desaparición de los pocos programas de apoyo a la producción campesina. Esto ya está provocando un alza en el precio del maíz: el ciclo de producción 2021 se comercializaba en cinco mil 500 pesos la tonelada; en mayo de 2022 alcanzó los ocho mil pesos por tonelada y se prevé que aumente, por el alza de insumos como semillas y fertilizantes.

El actual gobierno presume que sus políticas están encaminadas a alcanzar la soberanía alimentaria, a producir más alimentos para dejar de depender de otros países; pero en la práctica la producción agrícola sufrió un grave golpe; aunque para 2022 el presupuesto destinado a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) aumentó en un 7.7 por ciento con respecto a 2021, éste se destinará al gasto de la Secretaría y no a programas que apoyen al campesino. Desde que la 4T tomó las riendas del país, se eliminaron los apoyos de comercialización y programas que aseguraban un ingreso para los campesinos, como Procampo.

El Economista reveló que, en el primer trimestre de 2022, las importaciones de granos básicos se incrementaron 33.9 por ciento, lo que representó un récord. México es el segundo destino de las exportaciones estadounidenses de cereales. Estamos muy lejos de alcanzar la soberanía alimentaria, los mexicanos seguimos siendo cada vez más dependientes, sobre todo de Estados Unidos. Las “Jornadas de autoconsumo” promovidas por el Gobierno Federal solo provocarán el atraso técnico de la producción agrícola y, como resultado, depender, aún más, de Estados Unidos. Además, México se posicionó como el primer destino de las exportaciones estadounidenses de trigo y arroz, 386 millones dólares y 91 millones de dólares, respectivamente.

A pesar de este panorama tan sombrío, los gobiernos Federal y estatales se atreven a hacer oídos sordos a las demandas de los campesinos. Demuestran su insensibilidad, poca visión y nulas ganas de apoyar. Por eso son importantes las luchas campesinas actuales que todos debemos apoyar por el bien del país, si no hay apoyo a los productores, no habrá cosechas, no habrá alimentos y aumentará la pobreza.

Hace falta, pues, un plan para rescatar el campo mexicano y apoyar, sobre todo, al campesinado, que como parte de los extractos sociales más humildes, es el más afectado. Este proyecto no surgirá de los actuales gobiernos, como lo demuestran las nulas acciones gubernamentales y su poco interés por el sector agrícola. No queda más que la organización de los campesinos y que ellos, junto a todos los sectores agraviados, tomen las riendas del país.

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