El brutal asesinato de Cecilia Monzón estremeció la esfera poblana. El sábado 21 de mayo seis disparos acabaron con su vida. Y restaron mucho a la vida de varios a su alrededor; su hijo, en primer lugar; su familia; sus amigos; y todas y todos sus defendidos, porque siempre vio por las causas justas y fue una litigante incansable.
El caso se ha disparado. El Gobierno de España -porque Cecilia era española- emitió un comunicado condenando el hecho. El presidente se refirió a su muerte en la mañanera. El gobernador Miguel Barbosa ya habló de “un autor intelectual”.
Este lunes se llevó a cabo su sepelio. Sus amigos y familiares le dieron el último adiós con la promesa de que los culpables de su muerte serán castigados por su crimen.
En el escenario político suenan varios nombres, priistas y morenistas, principalmente. No han faltado quienes han salido al quite en el caso y buscar los reflectores “solidarizándose” con quienes auténticamente exigen justicia. Uno de ellos ya anda tras las rejas, pues rápidamente vio en la muerte de su “amiga” una forma de capitalizar sus rencillas.
El cruel homicidio de Cecilia debe despertar a la ciudadanía poblana. Puede que haya más de trasfondo, pero la inseguridad en que vivimos es un hecho. En eso tiene responsabilidad el Estado. Cecilia pidió seguridad y el Gobierno no se la dio. Ahí la segunda responsabilidad. Brindarle justicia a su muerte también es responsabilidad del gobierno. ¿Está sí la cumplirá?