Pobreza en aumento, más de 260 millones se sumarán en 2022 

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Como consecuencia de la pandemia provocada por el Covid-19,  el aumento de las desigualdades a nivel global y el incremento desorbitado de los precios de los alimentos —todo ello exacerbado por la guerra en Ucrania—, la Oxfa, Intermón, a través de un informe, denunció que más de 260 millones de personas adicionales podrían verse sumidas en la pobreza extrema este 2022.

“Tras la crisis, la catástrofe”, es el informe que, como motivo de las reuniones de primavera del Banco Mundial y el FMI en Washington DC, señala que para finalres de este año, la cifra total de persons en situación de pobreza extrema —con menos de 1.9 dólares al día—, podría quedar en 860 millones.

Estas cifras también se verían reflejadas en los nivles de hambre a nivel mundial: el número de personas que padecen desnutrición también presentaría un alza, llegando a los 827 millones en este 2022.

Por su parte el Banco Munidal estimó que el Covid-19 y el empeoramiento de las desigualdades podrían llevar a la pobreza extrema a 198 millones de personas más a lo largo de 2022. Lo que significaría el revertimiento de dos décadas de avances. Por lo que la Oxfa, estima que solo el aumento de los precios de los alimentos a nivel mundial sumiría en la pobreza extrema a 65 millones de personas más, alcanzándose un total de 263 millones este año, lo que equivale a las poblaciones de Reino Unido, Francia, Alemania y España juntas.

«Si no se toman medidas radicales e inmediatas, podríamos estar ante el mayor aumento de los niveles de la pobreza extrema y sufrimiento de la humanidad del que se tiene constancia», advirtió el director de Oxfam Intermón, Franc Cortada. «Este panorama es aún más desolador si tenemos en cuenta los billones de dólares acaparados por un puñado de hombres poderosos sin ningún interés por frenar esta escalada».

Mientras muchas personas tienen dificultades para hacer frente al drástico incremento del coste de vida —teniendo que elegir entre comer o pagar facturas médicas o de gas—, la amenaza de una hambruna masiva se cierne sobre millones de personas que ya de por sí sufren graves niveles de hambre y pobreza en la región de África Oriental, el Sahel, Yemen y Siria. 

Dicho informe destaca también a numerosos Gobiernos que se encuentran en riesgo de impago de la deuda, por lo que se ven obligados a reducir de forma drástica las inversiones públicas para poder pagar a los acreedores e importar alimentos y combustible.  

 En 2022, los países más pobres del mundo deberán reembolsar 43 000 millones de dólares de deuda, cantidad que podría sufragar el coste de todas sus importaciones de alimentos. En el mes de febrero, los precios de los alimentos a nivel global marcaron un nuevo récord, superando el alcanzado en la crisis de 2011. Mientras, los gigantes del petróleo y el gas están registrando beneficios récord, algo que se prevé que también suceda en el sector de los alimentos y las bebidas. 

Las personas en situación de pobreza son las más perjudicadas por estas crisis. El incremento del precio de los alimentos supone el 17 % del gasto de los consumidores en países ricos, pero este alcanza el 40 % en el África subsahariana. Incluso en las economías ricas, la inflación está exacerbando las desigualdades: en los Estados Unidos, el 20 % más pobre de las familias destina el 27 % de sus ingresos a adquirir alimentos, mientras que el 20 % más rico, tan solo el 7 %. 

En España, la subida del IPC hasta el 9,8 % en marzo, la más alta que registrada desde mayo de 1985, supone ya una pérdida global de poder adquisitivo (16.700 millones de euros, según FUNCAS), y afecta especialmente a los hogares con rentas más bajas. Esta situación coloca al país en una realidad de crisis de inflación que viene a agravar la situación generada por la COVID-19, donde en el primer año de pandemia, más de un millón de personas pasaron a encontrarse en situación de carencia material severa y el impacto económico y social del virus ya implicó que más de 600 mil hogares pasaran a vivir sin ningún tipo de ingreso. 

«Rechazamos la idea de que los Gobiernos no tienen fondos o medios suficientes para sacar a todas las personas del hambre y la pobreza y garantizar su salud y bienestar. Por el contrario, lo que sí vemos es una total falta de creatividad económica y voluntad política para hacerlo», subraya Cortada.

«Ahora más que nunca, ante la magnitud de las desigualdades y el sufrimiento humano, agravados por las múltiples crisis globales, esta falta de voluntad es inexcusable y la rechazamos. El G20, el Banco Mundial y el FMI deben incrementar la ayuda a los países pobres y condonar su deuda de forma inmediata y, juntos, proteger a las personas de a pie de una catástrofe evitable. El mundo entero está pendiente de ello».

Por último, hizo un llamado a que  se tomen medidas urgentes para abordar la crisis de desigualdad extrema que amenaza con revertir los progresos realizados en la lucha contra la pobreza durante los últimos 25 años:

– Introducir impuestos sobre la riqueza de manera temporal (aportes extraordinarios) tanto como recurrentes para financiar una recuperación frente a la pandemia de COVID-19 que sea justa y sostenible. 

– Poner fin a la obtención inesperada de resultados extraordinarios derivados de la crisis por parte de grandes corporaciones mediante un impuesto a los beneficios ‘caídos del cielo’ en todas las industrias y sectores. Oxfam estima que un impuesto de tales características aplicado a 32 corporaciones hubiera generado una recaudación adicional de 104 000 millones de dólares tan solo en 2020.

– Cancelar los pagos de la deuda a los países en desarrollo que precisan de ayuda urgente. Condonar su deuda liberaría más de 30 000 millones de dólares de fondos vitales en 2022 para 33 países inmersos o en alto riesgo de padecer una crisis de deuda.

– Incrementar los fondos de ayuda y destinar nuevos fondos a sufragar la respuesta en Ucrania y para la acogida de personas refugiadas, en lugar de desviar los fondos destinados a hacer frente a otras crisis en países más pobres.

– Reasignar al menos 100 000 millones de dólares en derechos especiales de giro (DEG) sin que esto suponga más deuda o la imposición de medidas de austeridad para el conjunto de los países. El G20 se comprometió a proporcionar 100 000 millones de dólares en DEG «reciclados», pero hasta la fecha tan solo ha proporcionado 36 000 millones. Se debería considerar una nueva emisión de DEG que se distribuya de acuerdo con las necesidades, en lugar de en proporción de la cuota relativa en el FMI. 

– Adoptar medidas para proteger a las personas frente al aumento de los precios de los alimentos y crear un fondo global de protección social para ayudar a los países más pobres a garantizar una seguridad de ingresos básica para su población, y poder mantener estos servicios en tiempos de crisis.

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