Los vestigios fueron hallados justo en el cruce del transepto con la imponente nave del templo gótico; y es que las excavaciones de 100 m2 que tuvieron que realizarse para garantizar la solidez de un enorme andamio de 100 metros de altura que servirá para reinstalar la aguja del templo, la cual se perdió en el incendio que sufrió Notre Dame el pasado 15 de abril de 2019, donde se derrumbó toda la estructura del tejado y dejó al descubierto todo un entramado de calefacción subterránea del siglo XIX.
Entre esas canalizaciones, hechas de ladrillo, apareció el sarcófago antropomorfo, cuyo plomo aparece deformado por el peso de la tierra y las piedras, constataron los periodistas.
Hasta ahora, los arqueólogos han podido introducir una minicámara endoscópica dentro del sarcófago donde “se pueden vislumbrar trozos de tejidos, cabellos y sobre todo una almohada de hojas encima de la cabeza, un fenómeno bastante conocido” cuando se enterraba a jerarcas religiosos, explicó Christophe Besnier, arqueólogo responsable de la excavación.
Por el momento, se desconoce quién podría ser el difunto, aunque el emplazamiento apunta a que fue un personaje de importancia en los albores de la vida de un templo legendario.
“El descubrimiento de este sarcófago permitirá conocer mejor las prácticas y los ritos funerarios” de la Edad Media”, explicó Dominique García, presidente del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas.