Carmen Guevara
La brecha entre la realidad y el discurso engañoso del gobierno federal es cada día más amplia. La afirmación de que el “70% de los hogares en México está inscrito en cuando menos un programa de bienestar o se beneficia de alguna manera del presupuesto”, como lo dijo el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador en su tercer informe de gobierno, contrasta con la serie de irregularidades que salen a la luz cada que llega el recurso de los famosos programas de transferencia monetaria y que tienen en un estado de angustia permanente a los beneficiarios, porque no saben si para el próximo pago llegará su nombre.
El alcance de los programas sociales del “bienestar” evidencia, en los números y en los hechos, un retroceso en comparación con sexenios pasados, dibuja con mayor nitidez la política clientelar del gobierno morenista, exhibe la publicidad engañosa de que ahora sí los apoyos llegan a buena parte de los pobres del país y demuestra que no son programas asequibles y con asiduidad.
Veamos lo que dicen las cifras. Según un análisis de los datos de la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (2020), realizado por el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG), los programas sociales llegaron al 35% de los hogares más pobres hace dos años, sin embargo, en 2016 la ayuda social llegaba al 61%. Tan solo “en 2018, Prospera llegaba al 18% de los hogares de todos los deciles económicos, actualmente ningún programa social supera ese alcance. Becas para el Bienestar Benito Juárez tiene un alcance de 6% y la Pensión Adultos Mayores 15%” (Animalpolítico.com, julio de 2021). Además, el beneficio de la distribución de los ingresos tampoco fue para los más pobres, pues en la redistribución el “10% del monto total de transferencias llega a 10% los hogares más pobres, en comparación con el 18% que se distribuía en 2018. Mientras que el 10% de los hogares más ricos se quedan con el 8% de los recursos de estos programas (cuatro puntos más que en 2018)”. (Ibídem).
El fracaso de esta política se reflejó en el crecimiento de la pobreza y la extrema pobreza, según cifras del año pasado, que se agudizó con la pandemia del Covid-19 y la terquedad del presidente Obrador de que solo bastaba con sus programas sociales para salir adelante: “un total de 55,7 millones de pobres, 7% más que en 2018, y la pobreza extrema ha escalado hasta los 10,8 millones, un salto del 24%”. (Elpaís.com, agosto de 2021).
En los hechos, observemos lo que pasa en Huitzilan de Serdán, tan solo con el Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica: según la página oficial del gobierno federal “consta de 840 pesos mensuales y tu familia podrá tenerla durante los 10 meses que dura el ciclo escolar”, se paga de acuerdo al calendario publicado en la misma. Haciendo cuentas, al año el beneficiario, tenga uno o más hijos en el nivel básico, recibirá la cantidad de 8,400 pesos; pero resulta que en 2021 la beca llegó en el mes de febrero por la cantidad de 3,360, o sea, el equivalente a cuatro meses; pasaron ocho meses, en octubre, y llegó nuevamente por la misma cantidad (el total de los dos pagos es de 6,720). ¿Dónde quedó el recurso de los dos meses faltantes? Los beneficiarios no saben y no se atreven a preguntar.
En febrero del presente año llegó la beca, dice la ficha de pago, del bimestre operativo enero-febrero 2022 por 3,360 pesos, aunque la cantidad representa el equivalente a cuatro meses; no obstante, el calendario publicado detalla que este pago corresponde al cuatrimestre enero-abril. Como sea corresponde a lo establecido, sin embargo, es una interrogante entre las beneficiarias huitziltecas dónde quedó el recurso que faltó el año pasado, que no es el único, pues es una constante que desde el inicio del sexenio no se les pague a tiempo ni todos los meses; situación que no ocurría en el pasado con el programa de Prospera, en el que no sólo era puntual y completo, sino por hijo que estuviera estudiando, además del apoyo por alimentación.
En una plática que sostuve con varias beneficiarias de la cabecera municipal y de las comunidades (no las nombro por seguridad), de quienes obtuve fotos de las fichas de pago y los datos mencionados, coincidieron en que es mejor no cuestionar a los servidores de la nación sobre el faltante, por temor a que les retiren el apoyo, ya que en cada fecha de pago un número importante de beneficiarias son dadas de baja sin explicación alguna o con argumentos falsos como que sus hijos no están estudiando; hablan de alrededor de 15, a quienes ya no les llegó la beca en el mes pasado. También denunciaron que si por alguna circunstancia no llegan a tiempo, no se les entrega el pago y no se les repone; son víctimas de burlas, discriminación y se hace proselitismo con el programa.
El presidente de López Obrador, desde el inicio de su administración, ha acusado a las organizaciones sociales, en especial al Movimiento Antorchista Nacional, de ser intermediarias en la entrega de los programas de transferencia monetaria; sin embargo, es de dominio público que en el pasado era el banco Bansefi quien realizaba los pagos de manera directa, que eran las vocales electas por las mismas beneficiarias quienes intercedían y apoyaban cuándo a alguien no le llegaba su pago o las daban de baja; ahora, quienes coordinan los pagos y reciben la documentación de los beneficiarios son los servidores de nación (quienes están íntimamente relacionados con el partido en el poder), y cuándo hay alguna dificultad, lo más que hacen es dar un número de teléfono para que la afectada llame e investigue el porqué de su situación, como le pasó a una madre de la primera sección de la cabecera, a quien ya no le llegó el apoyo. La pregunta, entonces, es: ¿Quiénes son los intermediarios?
El alcance y los frutos cosechados por los programas y las políticas de la 4T distan de la realidad, porque no atacan el problema que genera los males del país: la injusta distribución de la riqueza, y se piensa que dando migajas al pueblo que solo incentivan de manera temporal el consumo y combatiendo la corrupción se puede lograr la “transformación”; sin embargo, como dijo el Maestro Aquiles Córdova Morán en uno de sus artículos de marzo de 2021: “el verdadero reto es sustituir el proyecto de país que hoy se nos impone a la fuerza por otro que nos asegure el bienestar económico, la superación científica, cultural y espiritual y plenas libertades civiles, sociales y políticas para todos los mexicanos”, y esto sólo lo puede lograr el pueblo que produce con sus manos la riqueza, organizado y unido; y en esto trabaja todos los días nuestra organización, el Movimiento Antorchista Nacional.