Este jueves, más de un centenar de comerciantes ambulantes marcharon en la capital de Puebla. El lunes fueron despojados de su única fuente de empleo. Sin aviso, sin disculpa y, sin alternativa, los echaron de los lugares donde han vendido por años. “Afean la ciudad” fue la justificación del ayuntamiento que preside Eduardo Rivera Pérez.
Son ocho organizaciones las que trabajan en el Centro Histórico (al menos las que marcharon juntas, como un solo bloque). Uno de los líderes, Francisco Machorro, dijo a los medios algo que debiera dejar pensando a muchos: “El gobierno de Eduardo Rivera es el gobierno de Miguel Barbosa. A él le sirve y no al pueblo”.
Y pudiera ser que lo dijera motivado por el calor del momento, pues el Ayuntamiento, pese a que los recibió, siguió en su postura: Los ambulantes, ¡fuera del Centro Histórico! Sin embargo, desde un inicio se dijo: La relación Lalo Rivera-Miguel Barbosa sería diferente.
Y han hecho mancuerna. Lo malo es que no lo han hecho precisamente para lo bueno. Por ejemplo, el caso de los ambulantes. Lo que hicieron, y cualquiera lo puede atestiguar, fue un levantamiento, no un reordenamiento, como lo habían prometido. Y alguno dirá ¡Qué bueno! Pero el problema es que, con lo hecho, no resuelven un problema, sino se crean uno más grande.
Y así ha obrado el gobierno de Miguel Barbosa también. No resuelve problemas, al menos los problemas que verdaderamente aquejan al pueblo; él se inventa unos tantos y agranda otros más.
Y de la comprensión hacia sus gobernados. ¡Ni se diga! ¡Son igualitos!