Por Alfonso Gómez Rossi
El amor que muchos poblanos profesan por España, no es, generalmente, por el país ibérico actual. El cariño que se profesa por España es por un reino idealizado que se asume existió en el pasado. En ciertos círculos, la España actual genera rechazo por ser tan “liberal,” pero, se rememoran las virtudes reales o imaginarias de monarcas como Isabel de Castilla, Fernando de Aragón, Carlos I de España y V de Alemania, o incluso al mismo dictador Francisco Franco.[1]
Sí, Madrid y Barcelona resultan atractivas como ciudades modernas, pero lo que da la identidad a los miembros de la H. Colonia de Puebla, es la creencia que se desciende de personas magníficas, que vivieron en un pasado idealizado.
Se admira a España por haber conquistado vastos territorios del orbe y por poseer lo que muchos considerarían el mejor tipo de catolicismo (los poblanos hispanófilos recordarán que Santo Domingo de Guzmán y San Ignacio de Loyola, dos titanes de la Iglesia, nacieron en la península ibérica) (Malló, 2011, pág. 189).[2]
Hasta la llegada de la tecnología, hecho que ha irrumpido tanto en la cultura actual y cambiado las dinámicas familiares, el poblano descendiente de españoles recordaba la aldea y la provincia de los ancestros, como un lugar utópico, donde todo es bueno: la gente, la comida y la familia. Podían llenar las tardes hablando de la comida española local, de la casa familiar, de los primos, los tíos y los abuelos así como del entorno geográfico de la aldea la capital o el puerto de la provincia.
Todo esto constituye una parte de su identidad: el español que también es poblano.
Lo que escribió Miko Viya en sus memorias sobre los españoles en Puebla durante los 20s y 30s, es similar al diálogo interno que aun sostienen los venerables miembros de la H. Colonia española de Puebla sobre sus ancestros:
El español llegaba a sumarse al comercio de abarrotes o a las filas de la industria textil, y base de incansable trabajo, tesón y no pocas privaciones, con el tiempo, lograba una posición que le permitía casarse con un buen partido, o asociarse con el patrón y ser un miembro respetable de la Colonia Española que siempre ha sido la más numerosa en la Angelópolis y la más importante. Los casamientos con señoritas mexicanas, no eran muy bien vistos por la Colonia a menos que la novia fuera muy rica. Esto, hacía olvidar la diferencia racial muy convenientemente (Viya, 1950, págs. 196-197).
Algo que narró Viya llama la atención, y es la importancia de la familia para la masculinidad hispano-poblana. De aquel fragmento, entendemos que el matrimonio era importante para perpetuar la identidad española de la familia y escoger a la esposa “correcta” era necesario para reproducir ciertas características entre sus descendientes.
El honor de la familia y la honra colectiva que de ella se deriva, descansa justamente en los matrimonios y la progenie que de ellas desciende.
El pasado y el origen familiar es tan importante en el imaginario de la H. Colonia y su descendencia que tres de las instituciones poblanas más importantes de la ciudad requieren que se demuestre los antecedentes genealógicos para poder pertenecer como socio en ellas: La Beneficencia Española y los Parques Españas I y II.[3]
Hay personas que pagan por usar los servicios de ambas, pero lo que tal vez no sepa es que existen socios que son parte de ambas organizaciones por el sólo hecho de descender de españoles que llegaron a nuestra ciudad entre 1880 y 1970, y que acceden con ciertos beneficios por esa ascendencia, con un pago correspondiente a los servicios que ofrecen.
La genealogía es en este caso es determinante para saber si se puede ser socio o no.
En la Beneficencia Española, sólo se puede ser socio cuatro generaciones, los tataranietos del varón español que llegó a Puebla, ya no son candidatos a ser miembros; sólo lo pueden ser el español que llegó, sus hijos sus nietos y bisnietos varones.
La construcción de la masculinidad de la H. Colonia española de Puebla, no sólo radica en nacer varón, sino en un concepto renacentista sobre la importancia de los ascendientes.
Son los ancestros que imprimen un sello sobre sus descendientes a partir de las buenas o malas decisiones que tomaron.
La masculinidad está definida en Puebla por la familia a la que se pertenece.
No es poco común que nos pregunten en Puebla, cómo nos apellidamos o quiénes fueron nuestros padres o abuelos. La teoría es que sí nos pueden ubicar en una familia, conocerán las virtudes o defectos de la persona, a partir de lo que hicieron sus ancestros inmediatos.
En la historia de España la genealogía fue particularmente importante, durante los siglos XVI y XVII, durante el reinado de la Casa de Austria, momento histórico en el que se asumía que la Pureza de Sangre era un requisito indispensable para poder avanzar social y económicamente.
La Pureza de Sangre era el término que se empleaba para demostrar que el súbdito del monarca castellano no descendía ni de judíos ni de moros, sino que sus ancestros durante generaciones habían descendido de Cristianos Viejos.
El concepto de sangre y las cualidades de ella, es un pensamiento originalmente español y errado. Se cree que fueron los reyes Visigodos los que acuñaron la creencia de que por la sangre de los monarcas corría sangre azul.
La calidad de la sangre determinaba la reputación y la honra del individuo, y le daba un valor más importante dentro de la sociedad de castas, que era nuestra ciudad.
Era tan importante demostrar los antecedentes familiares que se constituyó un negocio para hacer genealogías falsas,donde se demostraba que el interesado no tenía ni gota de sangre judía o africana: el negocio era similar al que se llevaba a cabo en la Plaza de Santo Domingo, en la ciudad de México, donde se vendían títulos y cédulas profesionales falsas hace unos años.
Esta idea de la pureza de sangre y la importancia de la genealogía disminuyó durante el siglo XVIII, pero no se perdió por completo como lo constatamos con las tres instituciones poblanas de la H. Colonia española, que requieren se demuestre a través de los documentos apropiados que se desciende de un varón español.
Por otro lado, la inmigración de españoles de lo que Jean-Pierre Dédieu bautizó el «colectivo norteño», formado por pobladores de los actuales territorios de Navarra, País Vasco, Cantabria, Asturias y la montaña de Burgos, trajo también otra idea de la importancia genealógica.
Según Pérez la migración de españoles durante la colonia, no sólo representaba la inmigración de unos aldeanos que querían hacer fortuna en las Indias Occidentales, sino que en el pensamiento Barroco, los inmigrantes del norte de España asumían que eran personas de calidad, justificado exclusivamente en la sangre que corría por sus venas.
Sí uno había nacido en Cantabria, País Vasco o Asturias, sus descendientes continuarían siendo de esa región por la sangre que corría en sus venas, sin importar el lugar dónde hubiera nacido, ya que la identidad de origen se heredaba de los padres (Pérez Vejo, 2016).
Twitter: @Fofi5
Trabajos citados
Malló, O. (2011). El cártel español. Historia crítica de la reconquista económica de México y América Latina (1898-2008).Mexico City: Ediciones Akal, S.A.
Pérez Vejo, T. (2016). La vida como estereotipo: memorias de un comerciante montañés en la Nueva España del siglo XVIII. El Colegio de México, 193-262.
Viya, M. (1950). Recuerdos de Puebla: La vida de Puebla en los años veintes, treintas y cuarentas. En A. y. Ortiz Villaseñor, Cronistas y viajeros de Puebla (págs. 139-213). Puebla: Gráfica Total S.A. De C.V.
[1] Esto no quiere decir que conozcan la historia de España completa, sólo algunos episodios seleccionados del pasado que reafirman la excelencia de España en su imaginario.
[2] Un catolicismo que es mejor que el catolicismo irlandés, alemán o polaco, pero un catolicismo que también tomó ciertas costumbres de Francia al ver a aquel país como un modelo aceptable de catolicismo. Un ejemplo de esto fue la devoción por el Sagrado Corazón de Jesús en el siglo XIX y XX.
[3] Esto no sólo ocurre en México: En Estados Unidos también existen organizaciones a las que sólo se ingresa por tener un pedigrí correcto y por pertenecer a un grupo étnico determinado. La Société Française de Bienfaisance en Charleston, Carolina del Sur, es un ejemplo de esta manifestación.