Por Silvanna Mortera
*¿Nos morimos de hambre o de Covid?, se preguntan los ambulantes
María del Socorro Hilda Rosas y Caballero, es una ambulante capitalina de 71 años, quien es contadora de profesión y cuenta con certificación como hablante de inglés y con bases de alemán.
¿Cuánto tiempo lleva usted cómo ambulante?
“Yo llevo 7 meses como ambulante, antes trabajaba como contadora y como proveedora de ropa bordada a mano en un local. Sin embargo, llegó la pandemia, y aunque aguanté más del año con altas y bajas, llegó el punto en donde simplemente no había trabajos. Ni ventas, ni contrataciones; y aún así, el dueño del local me exigía el pago de los servicios básicos más parte de la renta del local y pues me tuve que salir”.
Al salirse del local, ¿de qué forma sostuvo económicamente a su familia?
Pues con el ambulantaje, aunque mi hija tiene un trabajo, le pagan mal y cada 5 semanas recibe un pago. Yo tengo dos nietas, ante cualquier emergencia, no tendríamos dinero porque no respetan un pago normal a mi hija de cada 8 días o 15, si no hasta la quinta semana”.
“Esta situación me orilló a tener que formar parte del ambulantaje de la capital, a sol, viento, lluvia e inseguridad, pues aquí tenemos que estar. Hay días buenos, en los que sí vendo, pero también hay malos en los que de plano no se vende nada. Entonces de los días buenos tengo que guardar para comer en los días malos porque si no, no da”.
¿Cómo les va a ustedes con la seguridad en esta zona?
“Pues a pesar de estar en el centro, es bastante peligroso. Nosotros solitos nos cuidamos, aquí no pasan patrullas. Los mismos ambulantes salen corriendo atrás de los rateros porque la policía no se asoma por aquí”.
¿Ha tenido usted algún encuentro directo con la delincuencia en esta zona?
“Sí, una vez me reventaron la oreja porque intentaron robarme mis argollas de oro. Ese día me enoje mucho, más allá que por el intento de robo, fue porque me llevaron a un restaurante cerca para que me curaran la herida y al llegar ahí estaban los policías tranquilamente desayunando. Yo sí les dije que deberían darse unas vueltas por las calles porque está peligroso, pero solo me ignoraron”.
¿Qué opina de la calidad de infraestructura de las calles?
“La verdad es que están muy feas, hay muchos baches, no están pintadas las guarniciones, incluso las lajas están quebradas y/o alzadas, la gente se tropieza o de plano se cae. Eso está mal, mucha gente viene a Puebla y más al centro, ya sea gente de aquí, de municipios cercanos, de otros estados o incluso de otros países. Y aunque les gustan las casonas viejitas, seguido tienen percances por la calidad tan fea en que están nuestras calles céntricas, ahora imagínate las de las zonas lejanas”.
¿Qué considera que hizo Claudia Rivera Vivanco en su administración para apoyar al ambulantaje o para mejorar las condiciones de infraestructura del centro histórico?
“Nada, absolutamente nada. Yo la vi en un principio emocionada, creí que sí haría algo por la capital, pero la verdad no hizo nada. Ni por nosotros los ambulantes, ni por el municipio. No dejó obras, no mejoró ni las calles. Vaya ni el zócalo que estuvo cerrado meses cambió en algo ahorita que lo abrieron”.
¿Qué expectativa tiene del nuevo presidente municipal Eduardo Rivera?, ¿de qué forma cree que trabaje con el ambulantaje, cree que les dará empleos, los apoyará, los quitará, qué cree que pasará?
“Pues la verdad no sé, pero sí espero que, si al menos tiene la intención de quitarnos, también tenga la intención de antes darnos un trabajo. Porque todos nosotros tenemos familias, todos. Hay algunos que incluso vienen juntos papás e hijos a vender, y tenemos carencias, necesidades e incluso opiniones. A mí me gustaría que algún funcionario un día se venga a sentar con nosotros, y vea que incluso para ganarnos un peso la sufrimos. Para que analicen bien el por qué nosotros estamos aquí y por qué primero deberían crear trabajos”.
“Además, incluso, hay funcionarios que se atreven a decir que nosotros les quitamos clientes a los locales fijos. Cómo va a creer que le quitamos clientes a las grandes empresas, si yo, por ejemplo, me tardo algunos días en sacar más blusas porque yo las bordo y esos grandes locales en tres días traen camiones de ropa nueva”.
¿Por último, tiene algún mensaje que quisiera dar o alguna opinión que quisiera compartir?
“Sí, me gustaría decir que se pongan en nuestro lugar. A nosotros no nos gusta estar aquí todo el día pasando todos los climas exponiéndonos. Si es que piensan quitarnos, ojalá nos den un trabajo porque si no, la delincuencia va a aumentar, la gente tiene necesidad, tiene hambre, tiene familia. Y si no los dejan trabajar y tampoco les dan trabajo, a eso los van a orillar.”
