Martín Antonio Escamilla Meza
Para ocultar su ineficacia y falta de solidaridad con los afectados por el paso del huracán “Grace”, López Obrador, presidente de México, ante la protesta de cientos de ciudadanos en Huauchinango que se quejaron de no haber sido censados por los siervos de la nación, lanzó a los medios de comunicación un distractor inmejorable para ocultar la realidad: acusar a Antorcha Campesina de que en las anteriores administraciones recibía apoyos directos del gobierno, los cuales no llegaban a los destinatarios finales, porque los dirigentes de la organización se quedaban con ellos; que como ahora los apoyos se dan de manera directa, sin intermediarios, por eso hay protestas de este tipo de organizaciones, como si Antorcha hubiera encabezado o formado parte del ya famoso “portazo” que dieron los mencionados afectados, el pasado 3 de octubre en Huauchinango.
De inmediato, los medios de comunicación proclives al gobierno de la 4T replicaron las calumnias vertidas por el presidente, obviamente, sin la mínima preocupación por la investigación periodística, pues solo actúan por consigna o por paga, como vulgares mercenarios de la pluma, ocultando el verdadero problema de fondo: la desgracia de miles de familias dañadas o damnificadas y la falta de atención del gobierno.
Sin embargo, quiero destacar un ejemplo de algunas voces del medio periodístico que, en forma aislada, pareciera sin mucha importancia, intrascendente, pero que, escuchada por gente bienintencionada, crítica, serena y desprejuiciada, en verdad representa un verdadero diamante periodístico que expresa contundentemente aquella realidad que existe fuera e independientemente de nuestra conciencia, de nuestra, voluntad, deseos o gustos, la realidad monda y lironda, la realidad objetiva.
Me refiero, a la columna “La Quinta Columna”, de Mario Alberto Mejía, del 3 y 4 de octubre pasado que titula, a la primera “Y la turba irrumpió en la gira del presidente López Obrador…” y la segunda “Noticias finales de la irrupción en Huauchinango (lo que no se vio)”, en las que se da cuenta que los manifestantes no eran miembros de Antorcha Campesina sino de otras agrupaciones.
En dichos trabajos periodísticos, queda evidente que el presidente miente, que nos calumnia aprovechándose de su investidura, confiado en su aparente invulnerabilidad todopoderosa, aprovechándose del servilismo de algunos medios de comunicación, para ocultar su irresponsabilidad, mezclada con la falta de humanismo, que hizo desaparecer el Fondo Nacional de Desastres, argumentando que estaba plagado de corrupción, pero sin sustituirlo con algún otro fondo o con algún otro mecanismo eficaz y rápido de implementarse en auxilio para ayudar a los damnificados. Aprovecha la calumnia lanzada contra la organización para provocar en la opinión pública aversión contra el antorchismo y para que, a ésta, a la opinión pública, le parezca hasta razonable, en un momento dado, la represión del Estado en contra de Antorcha.
La comparación entre el gobierno de la Cuarta Transformación y el gobierno fascista de Hitler, no es descabellada, claro está guardando las debidas proporciones. Como ya es del dominio público los alemanes hitlerianos tenían como enemigos públicos número uno a los comunistas y a los judíos, y a ellos culpaban de todos los males de la sociedad; los fascistas tenían como principio rector de su propaganda el de repetir muchas veces la calumnia contra sus opositores para que la opinión pública terminara creyendo que era verdad y, así, justificar sus actos de terror más despiadados en contra de aquellos y de todos los que considerara sus enemigos, para apoderarse del mundo. López Obrador, y consortes (entre ellos destacadamente Miguel Barbosa, gobernador de Puebla), tiene como uno de sus principales enemigos políticos a los antorchistas; desde que asumió el cargo ha intentado colgarles el sambenito de delincuentes, organización de criminales, para preparar a la opinión pública, y justificar la realización de la idea, que seguramente siguen acariciando con mucha fruición, de reprimirlos con cárcel o, por qué no, eliminarlos de la faz del país.
Pero los antorchistas nos seguiremos defendiendo y seguiremos luchando hasta las últimas consecuencias seguros de que la verdad y el futuro están de nuestra parte, como lo hizo el pueblo consciente y organizado de la Unión Soviética, que terminó por derrotar al fascismo de Hitler alzando la bandera de la victoria en la cúspide del Reichstag o parlamento alemán. No obstante, la poderosa y siniestra unión entre un cruel dictador, su brazo brutal de represión y su enorme aparato de propaganda, este último encabezado por un tal Goebbels quien en su momento dijo: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”, los fascistas fueron derrotados.