México se encuentra bajo el dominio de este sistema económico. Es uno de los países que más alimentos producen en el mundo; pero el año pasado, 10.8 millones de personas padecieron hambre y otras 28.6 millones tuvieron carencia alimentaria.
Jorge López Hernández
En pleno Siglo XXI, el hambre sigue siendo un problema que azota a una parte considerable de la población mundial. En la era del gran avance tecnológico y las telecomunicaciones, en los tiempos en que la sociedad explora Marte en busca de recursos naturales y condiciones para habitarla, millones de personas en la Tierra no pueden satisfacer la necesidad más elemental: comer.
Según el último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), en 2020 padecieron hambre entre 720 y 811 millones de personas[1]; el 30.4 por ciento de la población mundial sufrió inseguridad alimentaria[2] y tres mil millones de personas no accedieron a una dieta saludable. El informe también revela que el 22 por ciento de los niños menores de cinco años sufrió retraso del crecimiento y 45.4 millones padecieron emaciación[3]. A escala mundial, se estima que el 29.9 por ciento de las mujeres entre 15 y 49 años padece anemia debido a la mala nutrición.
El hambre frena el desarrollo normal de millones de personas. Pone en riesgo el futuro de los infantes pues, al no ingerir los nutrientes necesarios para su sano crecimiento, impide su desarrollo físico y mental adecuado que, a su vez, evitará que cuando sea adulto, su salud y desarrollo alcance su mayor potencial productivo y acceda a trabajos bien remunerados. El hambre siempre genera y detona enfermedades que deterioran la salud de las personas.
El hambre es una de las peores catástrofes padecidas por la humanidad, la cual no ha podido ser erradicada debido, fundamentalmente, a la mala distribución de la riqueza y no a la falta de alimentos. En el sistema capitalista, la clase trabajadora accede a la riqueza que genera, pero lo hace solo por el equivalente a su salario. De esta manera, el mercado decide quién puede satisfacer sus necesidades y quién no. Está claro que, bajo el dominio de este sistema económico, los pobres de la Tierra no pueden alimentarse, aunque el planeta esté inundado de alimentos.
México se encuentra bajo el dominio de este sistema económico. Es uno de los países que más alimentos producen en el mundo; pero el año pasado, 10.8 millones de personas padecieron hambre[4] y otras 28.6 millones tuvieron carencia alimentaria. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural para la Alimentación (Sagarpa) señaló que en 2020 la producción de alimentos superó las expectativas y México se colocó en el lugar 12º de los principales productores en el mundo.
Desde 2015, la venta de alimentos en el exterior es superior a las compras; es decir, ha vendido más alimentos de los que compra. Nuestro país produce frutas y verduras; carne de res, cerdo y pollo; huevo y leche; pescados y mariscos; maíz, trigo y sorgo, etc., en cantidad suficiente para alimentar a la población mexicana. El país produce 92 por ciento de sus necesidades alimentarias.
Vemos, con lo anterior, que el fenómeno del hambre en México no consiste en la disponibilidad de alimentos, sino en la falta de ingresos monetarios para que las familias puedan adquirirlos. Es un problema de acceso. México sufre lo que Tántalo padeció, pero no a causa de un castigo divino sino a las acciones del todopoderoso capitalismo, que prohíbe el disfrute de los bienes a quienes los crean.
El pueblo de México debe exigir a sus gobernantes que acaben con el tormento del hambre de una vez por todas y para siempre. ¿Es posible?, sí, es posible. Siempre y cuando el Estado se comprometa en serio a erradicar el flagelo. Simular el papel de gran benefactor, regalando dinero en efectivo al pueblo pobre y hambriento, en vez de acabar con el problema, lo eterniza.
Para desarrollar el potencial de México como nación, se necesita eliminar el hambre de raíz. No podrá construirse una nación más justa y próspera si el sector agropecuario sigue produciendo casi exclusivamente para alimentar a los países ricos mientras que un tercio de su población padece hambre.
[1] http://www.fao.org/documents/card/es/c/cb5409es
[2] “Una persona padece inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable. Esto puede deberse a la falta de disponibilidad de alimentos y/o a la falta de recursos para obtenerlosˮ FAO.
[3] “La emaciación es una disminución excesiva del peso corporal respecto a la estatura” OMS.
[4] https://www.coneval.org.mx/Medicion/PublishingImages/Pobreza_2020/C1_pob_18_20.PNG