Por Rosa María Dávila Partida
Ahora que está de moda hablar sobre Cuba es importante traer a la memoria algunos datos que resultan orientadores, si aspiramos a formarnos una idea correcta de lo que sucede en la mayor de las Antillas. Necesidad tanto más urgente en los convulsos tiempos que vivimos.
Hace poco tiempo, en 2019, en Cuba organizaron un referendo para aprobar una nueva constitución, cuyo artículo 4 subraya el “carácter irrevocable del sistema socialista”; en la consulta participaron 7,848,343 cubanos, de ellos, el 86.85% votó a favor de la nueva constitución y el 9.0% votó en contra (https://bit.ly/3rcvvcs). Este hecho demuestra, sin lugar a dudas, que los cubanos, en su gran mayoría, apoyan y defienden su sistema político.
Nuestra Carta Magna, fruto del movimiento armado de 1910-1917, también se pronuncia sobre los derechos que tenemos como pueblo, en el artículo 39 establece lo siguiente: “Artículo 39.- La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
Como mexicanos tenemos el derecho de modificar nuestra forma de gobierno, adoptando la forma que nos sirva mejor para alcanzar nuestras metas como nación. ¿Habría alguna razón válida para negarles ese derecho a los cubanos? Si lo que dice nuestra Constitución es bueno para nosotros ¿por qué no podría ser bueno para los que viven en Cuba?
Cuba padece desde hace 60 años un criminal bloqueo. Ese bloqueo empezó cuando Fidel Castro, al frente del gobierno revolucionario, empezó a nacionalizar las empresas extranjeras, sobre todo norteamericanas, que no se ajustaban a las leyes cubanas, que explotaban los recursos naturales y el trabajo de los habitantes y no pagaban impuestos al gobierno. Las empresas expropiadas el 7 de julio de 1960 fueron: Esso Standard Oil, Sinclair Cuba Oil Company, Texaco y Shell (inglesa); la compañía eléctrica, de teléfonos y otras treinta y seis centrales azucareras que tenía Estados Unidos en la Isla, entre ellas, The Francisco Sugar Compay, The Cuban American Sugar MilI y United Fruit Company. Ojo, el pueblo expropió al gran capital extranjero acostumbrado a saquear, en contubernio con los gobiernos corruptos, la riqueza que pertenece a todos los cubanos.
El criminal bloqueo del imperialismo, que busca asfixiar a la economía cubana para que no se desarrolle, es ampliamente conocido por todos los países del mundo. Su carácter abusivo sin atenuantes, el hecho de que viole todas las normas de convivencia entre las naciones, han llevado el asunto a discusión en la propia asamblea de las Naciones Unidas. Sí, la asamblea de la ONU ha puesto a votación el rechazo al bloqueo. Y en los últimos 29 años la ONU ha acordado el rechazo, exigiendo a EE. UU. que levante todas las sanciones. Este mismo año sólo Israel votó junto con EE. UU por mantenerlo, Brasil, Colombia y Ucrania se abstuvieron y 184 naciones reclaman que termine. Pero los imperialistas se hacen que no oyen y no ven, y no hay poder humano que los haga atender este justo reclamo.
El bloqueo económico es el culpable del asesinato de miles de cubanos que mueren por falta de medicinas, de materias primas para su industria farmacéutica que no puede fabricar las vacunas, no hay siquiera jeringuillas para aplicar las vacunas, pero ningún barco comercial puede llevar a la isla ni las medicinas, ni los alimentos que hacen falta. Cuba no puede comprar celulares, ni automóviles, ni aviones, ni gas, ni petróleo; no puede recibir créditos ni inversiones extranjeras, porque quien se atreva a hacerlo recibe el castigo económico y las sanciones impuestas por los imperialistas. Los cubanos que viven en el extranjero no pueden enviar remesas, además tienen prohibido viajar a su país. Vean en estas acciones como se reflejan la “libertad”, la “democracia” y el “respeto a los derechos humanos” por los que dicen luchar los imperialistas.
También recordemos que toda la información que nos llega a través de las agencias de noticias occidentales fue previamente seleccionada, maquillada y hasta tergiversada, para ponerla al servicio de los intereses imperialistas, porque el gran capital trasnacional es quien decide lo que podemos conocer de lo que sucede en el mundo y lo que debe permanecer oculto a nuestros ojos. Por ello es sano informarse en otras fuentes antes de creer lo que nos dice la televisión, la radio y las redes sociales.
Finalmente, pienso que los cubanos que salieron a protestar en La Habana y otros lugares de Cuba, el domingo 11 de julio, tienen razón al reclamarle a su gobierno por la falta de vacunas, de medicinas, de alimentos y los frecuentes apagones de la energía eléctrica, entre otras cosas. Pero se equivocan en redondo en dos aspectos: cuando encuentran y señalan como único culpable a su gobierno, mientras guardan sepulcral silencio sobre el feroz bloqueo económico impuesto a su nación por los EE. UU. y no demandan a Joe Biden que levante las sanciones. Porque están jugando el triste papel de “tontos útiles”, de marionetas que dicen defender a su patria, cuando en realidad se unen a quienes la apuñalan.
Los mexicanos necesitamos estar conscientes del bloqueo informativo organizado por los imperialistas contra nosotros, para no caer en sus redes perversas y acabar imposibilitados para pensar con claridad, tanto sobre lo que sucede en el mundo, como de la mejor forma de construir un mejor futuro para México.