Por Leticia Montagner
Todos los investigadores del derecho coinciden en la máxima jurídica de que la ley se aplica, no se consulta. Lo anterior, es en relación a la llamada Consulta Popular del próximo domingo, que planteó el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aprobó el Congreso de la Unión y organizó el Instituto Nacional Electoral.
La pregunta, elaborada por ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al servicio del Presidente, que no dice algo concreto, es un verdadero despropósito.
Si se trata de combatir la corrupción, porque se nos ha dicho hasta la saciedad que hay investigaciones, documentos y pruebas, entonces se deben ejercer acciones penales por parte de la autoridad competente y punto.
Al estilo de los regímenes populistas, el Gobierno Federal busca distraer la atención de la sociedad y al mismo tiempo convocar a participar a sus seguidores y su clientela política, ante los nulos resultados económicos, de seguridad y el combate a la terrible pandemia. Es un gasto inútil que bien podría utilizarse en remediar esos males.
Los preceptos jurídicos mexicanos son muy claros. La aplicación de la ley, no es optativa o voluntaria. La ley debe acatarse por parte de todos. La autoridad no debe utilizar como escudo protector una supuesta voluntad popular.
El gobernante que sabe cómo gobernar, no pregunta, actúa conforme al Estado de Derecho.
Por otra parte, el mandato otorgado al Gobierno en las urnas es muy claro. La mayoría del pueblo mexicano está en favor de los postulados morenistas: no robar, no mentir, no traicionar. De otro modo, se tendría que preguntar sobre la toma de decisiones en todos los órdenes, lo cual sería una locura.
Estamos inmersos en un régimen populista que, contrario a la vieja recomendación de los gruesos directorios telefónicos de antaño y su sección amarilla, no hay ahorro en esta mal llamada consulta popular, de tiempo, dinero y esfuerzo.
En el último de los casos, la aprobación de la consulta podría ser el primer paso para la creación de la Comisión de la Verdad para hurgar el pasado y convertirse en otro distractor para los próximos tres años.
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