La respuesta pretendía zanjar la discusión alrededor de la idea de que el abandono histórico del Metro podía identificarse en los datos del presupuesto, reiterando que ni ha habido recortes ni se ha gastado menos de lo que se había planificado.
En la conferencia de prensa de la mañana siguiente a la tragedia ocurrida en la Línea 12 del Metro, en donde al menos 23 personas fueron víctimas de la negligencia, a la pregunta expresa de un periodista sobre la existencia de subejercicios en el presupuesto del Metro, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, dijo: “No sé de dónde tomas este dato (…) No sé exactamente de dónde tomas esta información (…) Pero no ha habido una disminución del presupuesto ni un subejercicio”.
La respuesta pretendía zanjar la discusión alrededor de la idea de que el abandono histórico del Metro podía identificarse en los datos del presupuesto, reiterando que ni ha habido recortes ni se ha gastado menos de lo que se había planificado. ¿Esto es cierto?
Afortunadamente, ese mismo día se publicó la fuente de información oficial más importante en términos presupuestales para cualquier orden de gobierno: la Cuenta Pública. En términos generales, en este documento un gobierno presenta el balance final de las finanzas públicas del año anterior. El 30 de abril conocimos la Cuenta Pública 2020 del Gobierno Federal y este 4 de mayo se entregó al Congreso de la Ciudad de México el documento correspondiente del gobierno local.
En una inspección rápida de los datos oficiales del propio Gobierno de la Ciudad de México, salta a la vista de manera inmediata que los dichos de la Dra. Sheinbaum son falsos. Para el 2020, el presupuesto aprobado para el Sistema de Transporte Colectivo Metro fue de 15,652.7 millones de pesos, mientras que el gasto efectivamente ejercido fue de 14,290.5 millones. Es decir, hubo 1,362.2 millones de pesos, equivalente a 8.7% de su presupuesto, que originalmente iban a gastarse en el Metro, pero que al final del año no se utilizaron.
Al revisar los estados financieros consolidados (consultables en el Tomo II de la Cuenta Pública), encontraremos que el subejercicio reportado por la Secretaría de Administración y Finanzas es menor, pues reconocen un subejercicio por 587.8 millones de pesos. Esta cifra es menor a la reportada con anterioridad (lo cual en sí mismo ya evidencia la mentira al negar la existencia de un subejercicio), pero se debe a que en lugar de considerar el presupuesto de 15,652 millones de pesos que originalmente habían sido aprobados para que gastara el Metro, se toma el dato del presupuesto modificado por 14,878 millones.
¿Qué quiere decir esto? En primer lugar, que el otro elemento de la frase de la Dra. Sheinbaum, el referente a que no hubo disminución del presupuesto, también es falso, pues a lo largo de 2020 se modificó el presupuesto y se hizo una reducción de 774 millones de pesos para disminuir el gasto del Metro a 14,878 millones. Y, a pesar de esta reducción en el presupuesto estimado, el gasto real terminó siendo aún menor. Por lo tanto, sí hubo recortes y subejercicios en el gasto del Metro durante 2020.
Estas cifras se enmarcan en una tendencia más grande: desde el 2019, el Servicio de Transporte Colectivo Metro ha sufrido una serie de recortes en su presupuesto aprobado. Comparado con 2018, en 2021 se pretende gastar 22.4% menos recursos, lo cual ubica al gasto estimado en su punto más bajo desde 2012.
Al interior de las finanzas públicas del Metro hay una enorme complejidad entre las fuentes de financiamiento (el Metro funciona con una combinación de 47% de ingresos propios y 44% de recursos federales), así como en un abigarrado y desorganizado sistema de administración y rendición de cuentas (véase todo el volumen de investigación académica alrededor de la Línea 12 del metro realizado por el CIDE) que demanda analizar a profundidad los recursos y operación del Metro.
Estos temas, junto con la necesaria politización del tema para abrir una discusión sobre la falta de priorización a grandes proyectos de transporte público que dejen de privilegiar a la infraestructura automovilística, van más allá de los objetivos de este breve texto; pero no pueden ser dejados de lado y deberán ser retomados y analizados con mayor detalle si queremos que la tragedia del pasado 3 de mayo no vuelva a repetirse.