Cuba mostró un avance significativo en prevenir una tasa de letalidad alta por Covid-19, con tres vacunas propias antiCovid, y el 85% de su población inmunizada, el país caribeño ocupa el segundo lugar en todo el mundo con la mayor tasa de inmunizaciones.
La recuperación económica pasa por la reactivación del turismo internacional, un sector sobre el que se ciernen ahora las dudas que proyecta la variante ómicron.
Cuba vivió su peor rebrote de la pandemia en verano, cuando los casos positivos superaban los 9.000 casos al día y las víctimas mortales rozaron el centenar diario.
A ello se sumó la falta de oxígeno en varios hospitales que estuvieron al borde del colapso sanitario en provincias como la occidental Matanzas, la escasez de medicinas y los servicios funerarios saturados.
La tasa de incidencia de la enfermedad estuvo entre las más elevadas de la región y llegó a alcanzar los 1.316 casos por cada 100.000 habitantes en 15 días, superior por ejemplo a la de Madrid en sus peores momentos de la pandemia.
Ante estos números tan elevados en decesos y casos positivos por la Covid-19, la industria biofarmacéutica cubana, apostó a varias fórmulas propias para frenar los contagios, partiendo de los conocimientos previos de otras vacunas desarrolladas en el país.
Logrando así su primera vacuna en Latinoamérica que lograba una eficacia del 92,2 % en los ensayos clínicos, según sus desarrolladores, una tasa que no ha sido contrastada por otros expertos u organismos internacionales.
Esta vacuna, que recibe su nombre de un poema del héroe cubano José Martí, tiene un esquema de administración intramuscular de tres dosis en 28 días.
Un mes y 11 días después de anunciar al mundo los resultados de Abdala, Cuba sumó otras dos fórmulas propias: Soberana 02 y Soberana Plus, elaboradas por el también estatal Instituto Finlay de Vacunas (IFV).